Las Unidades de Cuidados Intensivos de la Región (UCI) están recuperando en estos últimos días la normalidad, aunque manteniendo zonas de aislados para pacientes con Covid-19 con todas las medidas se seguridad que han tenido que poner en marcha durante la pandemia. La presencia de pacientes con coronavirus en UCI ha descendido hasta niveles que no se habían registrado desde los primeros días de la alerta sanitaria, lo que ha permitido ir reduciendo la estructura que se había puesto en marcha en todos los hospitales murcianos, ampliando las UCI a las zonas de Reanimación.

Los datos de la Consejería de Salud muestran que a día de ayer seguían hospitalizados en Unidades de Cuidados Intensivos de la Región de Murcia 13 pacientes con coronavirus, la mayoría de ellos en el Hospital Virgen de la Arrixaca que, al ser el centro de referencia regional, es el que más presión tiene en estos momentos. Aún así fue la UCI del Hospital Morales Meseguer la que antes colapsó ocupando todas sus camas por el aumento de casos de Covid que se vivió en los primeros días en el Área VI de Salud.

Los datos actuales están muy lejos de los 59 pacientes en UCI que se contabilizaron el pasado 30 de marzo o del repunte que se registró el 22 de abril, con 28 hospitalizaciones en críticos.

Fuentes del Hospital Virgen de la Arrixaca señalan que la UCI está en estos momentos al 90 por ciento de su capacidad, aunque de todos los pacientes sólo ocho tienen coronavirus. Por ello, siguen manteniendo las zonas diferenciadas y además de los boxes de Covid y las zonas limpias hay una tercera para los casos de sospecha que no están confirmados. «Si llega una persona crítica por un accidente y tiene que ingresar en UCI va directamente a la zona de sospecha hasta que se le hacen las pruebas de coronavirus y se confirma si es positiva o negativa», indican desde el centro de El Palmar.

Aún así, la Arrixaca tuvo días de muy baja ocupación, lo que le permitió ingresar en su UCI hasta a cuatro pacientes del hospital de Albacete, que se vio desbordado.

El caso de la Arrixaca dista mucho de lo que se está viviendo en las UCI de otros hospitales murcianos. En Santa Lucía de Cartagena, por ejemplo, está al 50 por ciento de su capacidad con 14 de sus 27 camas ocupadas y sólo dos pacientes Covid ingresados en Cuidados Intensivos. El centro hospitalario de referencia en la ciudad portuaria cuenta con tres unidades con nueve camas de críticos en cada una de ellas, con un total de 27 puntos de asistencia. No obstante, sus responsables indican que «dependiendo de los distintos escenarios, existe la posibilidad de ampliar en REA (reanimación) del Santa Lucía y del Rosell».

Otros centros cuyas UCI están recuperando la normalidad son el Hospital Reina Sofía y Morales Meseguer de Murcia, donde también han dejado de utilizarse las zonas de Reanimación como ampliación de Cuidados Intensivos.

En hospital de referencia del Área VII, Reina Sofía, también tiene su UCI por debajo del 50 por ciento de ocupación. De su capacidad de 12 camas de críticos más dos de semicríticos que tiene, ayer sólo tenía ingresados cuatro pacientes y dos de Covid cuyas pruebas ya se han negativizado (han superado la enfermedad), pero que siguen allí porque su estado de salud aún no les permite pasar a planta.

El jefe de sección de la UCI del Reina Sofía, José Carlos Pardo, recuerda que «llegamos a tener la UCI llena de Covid», pero asegura que «ahora estamos muy bien, sólo nos quedan dos pacientes que ya se han negativizado y que siguen por otras complicaciones». El doctor Pardo explica aliviado que el último ingreso por coronavirus lo tuvieron el 16 de abril y «hemos cumplido tres semanas sin nuevos pacientes, al igual que el Morales».

Pese a ello mantienen las separaciones en Cuidados Intensivos, con boxes especiales de presión negativa para los casos Covid.

Este responsable de la UCI del Reina Sofía explica que siguen unos protocolos muy estrictos para colocarse y quitarse los trajes de aislamiento, «prepararte te puede llevar más de media hora», afirma. Y aunque asegura que ahora se ha convertido en parte de la rutina diaria, reconoce que «al principio teníamos mucho miedo porque todo era un caos. Los protocolos de tratamiento cambiaban a cada momento, nos los han modificado ocho veces en dos meses y apenas teníamos margen para actuar».

El doctor Pardo afirma que «empezamos trabajando a ciegas y los procedimientos y tratamientos actuales no tienen nada que ver con los primeros que pusimos en marcha, pero ahora estamos mejor preparados». En este caso, también reconoce el importante refuerzo de personal que se ha hecho para hacer frente a la situación, tanto de médicos como de enfermeros, auxiliares y celadores.