El atleta ciezano Benjamín Sánchez Bermejo ha participado en dos Juegos Olímpicos. Muy pocos deportistas de la Región pueden presumir de haber vivido esa experiencia por partida doble. Él soñaba con estar en Tokio 2020, pero el coronavirus lo ha impedido, al menos de momento. Sin apenas ayudas y con solo unos cinco mil euros anuales en concepto de becas, ayudado en su sueño por su familia, este deportista de cuna, que ha brillado en la marcha atlética desde que era un niño, se ha visto abocado a trabajar en un almacén de fruta de Cieza para poder sobrevivir en estos tiempos de crisis.

Desde hace tres semanas, Benjamín, que participó en Pekín 2008, donde fue decimotercero, y Londres 2012, es uno más de los empleados de Alimer, una cooperativa que se ha convertido en el salvavidas de muchos vecinos de la zona que se han quedado en el paro por culpa de esta crisis o afectados por un Erte. Ha encontrado facilidades para poder seguir entrenando y para ello ha elegido el turno que entra a las cinco de la tarde y termina su jornada a las cinco de la madrugada. De esta forma puede dormir unas cinco horas, desayunar y salir a entrenar pese a que el calor está ya apretando muy fuerte.

«Cuando saltó el estado de alarma estaba preparando el Campeonato de España de 20 kilómetros, que se iba a disputar en Murcia y decidiría la selección española para la Copa del Mundo, de donde saldría el equipo para los Juegos de Tokio 2020», dice este atleta que ha representado en veintitrés ocasiones a la selección española en competiciones internacionales. Lo primero que hizo fue comprarse una cinta para entrenar y así encontró «la motivación para seguir preparándome. Estaba claro que los Juegos se iban a tener que aplazar y puse mi pensamiento en 2021, pero las semanas pasaban y no llegaban las soluciones. Llevo unos años sin patrocinador, en los que el patrocinador es mi familia, y gracias a ellos puedo seguir haciendo concentraciones y dedicándome a esto al cien por cien, pero tenía que tomar una decisión», recuerda.

Desde hace unos años, siempre ha pensado en verano, tras las competiciones, ponerse a trabajar para conseguir una ayuda económica, pero nunca hasta el momento había dado el paso adelante: «Siempre he pensado en buscarme algo para sacar un dinero en los dos meses más flojos de entrenamientos, pero como nunca nos habíamos encontrado en esa situación, los empleaba en descansar un poco para volver con más fuerza. Pero ya no quiero ser un panoli; no podía perder esta oportunidad de ganar este dinero, que llegara el verano que viene y que no se pudieran disputar las olimpiadas porque no se den las medidas de seguridad necesarias y haberlo perdido todo», explica.

A través de unos amigos fue como recibió la llamada para trabajar en el almacén de Alimer, que está en temporada alta en estos momentos: «Cada vez que llegaba esta época del año me lo ofrecían, pero siempre había optado por seguir entrenando porque con este trabajo no se puede descansar bien, que es algo muy importante para un atleta. Trabajar de noche es duro y siempre prevalecía preparar la siguiente temporada, pero ahora la incertidumbre es grande y no sabemos qué pasará en el futuro, si se podrán celebrar los próximos Juegos de forma normal. Si alguien me garantizara que se van a disputar, no lo dudaría, pero me sentía con presión por el hecho de depender de la ayuda de mi familia para hacer una preparación óptima. Lo pensé todo de manera filosófica y aquí estoy. Estoy muy agradecido porque me han dado las facilidades para adaptar el turno a los entrenamientos», reflexiona un deportista que en 2019 fue subcampeón de España de 50 kilómetros marcha y que ha estado en dos mundiales y un europeo, además de dos Juegos.

Los atletas reciben becas en función de los resultados, pero en la situación actual la incertidumbre es máxima: «No sabemos qué ayudas nos van a dar, si con los recortes van suprimir las becas a deportistas, como ya ocurrió en la anterior crisis, que nos tiramos seis o siete años sin recibir nada. Nos basamos en los resultados, pero si no competimos, ¿qué beca te van a dar? Si supiera que Tokio 2021 se va a celebrar y que vamos a tener ayudas, no estaría trabajando, solo entrenando a muerte, pero lo que no quería era preparar esa competición invirtiendo el dinero de mi familia y que llegara el año que viene y me quedara con cara de imbécil. He puesto en mi sueño dinero que no es mío, que es de mi familia, y cuando me surgió la posibilidad de poder echar la temporada en el almacén de fruta de hueso, pensé que era una buena ocasión para sacar un dinero y que no fuéramos todos tan ahotados», comenta.

En el almacén es uno más, no tiene privilegios por ser atleta de élite. De hecho, él tampoco los quiere: «Ya he tocado todos los palos en estas semanas», dice para añadir sobre las labores que desempeña que «estoy en la zona de cartonaje. Fíjate que incluso el año que viene estoy pensando en pedir autorización para que poder entrenar allí dentro con una cinta porque no veas el calor que hace, es una carpa. Con las máquinas y al no haber nada de ventilación, se pasa mucha calor. Es un trabajo muy activo, donde me muevo mucho, algo que me gusta. No es muy físico, pero tampoco es muy monótono, y cuanto más me muevo, mejor, más rápido se me pasan las horas. Y cuando no hay que hacer en el cartonaje nada, me voy a otra máquina o me pongo a apilar fruta o lo que sea. No hay ningún ciezano que no haya pasado este trabajo y me está ayudando a aprender a ver cómo se maneja este producto tan ciezano que se exporta a todo el mundo», relata.

Para sus compañeros de trabajo no ha pasado desapercibida la presencia de un deportista de élite en la plantilla de Alimer: «Como vamos con mascarillas es difícil reconocernos, pero hay personas que corren o hacen su deporte popular, con los que he compartido entrenamientos en la Atalaya, y que se quedan sorprendidos de verme allí. A muchos les he explicado la situación y coinciden en decir que les parece vergonzoso. La gente se cree que somos como los futbolistas, piensa que todos somos iguales, pero cuando ven que estoy allí apilando cajas como ellos y a los horarios que sean, se quedan impactados. Se ha corrido un poco la voz y sorprende de que tenga que estar abocado a trabajar porque no tengo otra opción», termina diciendo un atleta que a sus 35 años de edad ve cerca el día de la 'jubilación'. Además, ha vivido momentos duros porque sus dos hermanas son enfermeras y una de ellas se ha tenido que poner en cuarentena de forma voluntaria porque trabaja en el centro de discapacitados donde falleció un joven.