Lo que comenzó con un simple gesto de caridad por el más necesitado, ha convertido al restaurante Pancho en Puente Tocinos en un centro de voluntariado que en el día de ayer entrego más de 345 comidas. Cuando llegó la crisis sanitaria por el coronavirus, este restaurante de dos plantas tuvo que adaptarse y reconvertirse en restaurante de comida para llevar. El local realizaba todos los domingos el popular 'pollo mareado', y con los pollos que sobraron uno de esos festivos, su propietario, Francisco Molina, optó por repartirlos entre las personas más necesitadas. «En lugar de tirarlos, me fui con mi coche por las calles de Murcia y a todo el que estaba pidiendo le regalé uno». «Cuando vi que la gente agradecía esta donación, pensé en seguir abierto haciendo comidas para llevar e intentando, por otro lado, dar de comer a la gente necesitada», explica Molina, quien comenzó entregando comida para quince personas y a día de ayer se repartieron a 345 comensales.

Con el nombre la Olla Solidaria de Puente Tocinos, hizo una llamada en las redes sociales para que se creara algo de similares características en todas las pedanías de Murcia. «Así comenzaron a llegar voluntarios para realizar comidas, además de empresas y particulares que donaron alimentos; también gente necesitada que está como voluntario», relata Francisco Molina.

El boca a boca fue el encargado de poner el resto, compañeros de profesión de Francisco, así como voluntarios, se presentaron para ayudar cada día tanto en la cocina, como en el reparto, que está llegando a prácticamente todas las pedanías de Murcia. Ahora mismo trabajan en este proyecto solidario unos 20 voluntarios.

Cada día reciben de dos panaderos más de trescientas barras de pan, de otra frutería de la pedanía les llegan más de 40 cajas de fruta todas las semanas, y así un largo etcétera.

Todos los días se entrega una barra de pan, un plato caliente y una pieza de fruta.

Se prolongará en el tiempo

Francisco tiene claro que cuando todo vuelva a la normalidad y está crisis sanitaria le permita la reapertura de su bar, su proyecto solidario seguirá en pie mientras sea necesario. «Por desgracia, cuando todo esto termine mucha gente tendrá necesidades muy importantes y básicas, como es un plato de comida al día», dice, y añade al respecto que «van a ser muchos negocios los que no puedan subir la persiana y eso arrastrará a mucha gente, por lo que tengo claro que una parte de mi establecimiento estará dedicada a ayudar a los necesitados».

Sobre la organización y la entrega de material, destaca que prefieren que siempre sea comida y evitar los donativos en dinero. «Aquí hay un registro de todo gracias a una banquera que viene a llevar todo el control del almacén, al igual que una cartera nos ayuda con el reparto», concluye.