«Te mentiría si te dijera que no he sentido miedo al pisar el portal con ella», dice Marta señalándose el pecho, donde su hija de 11 meses se agita en un portabebés. «Yo creo que no se ha enterado de nada, pero le va a venir bien tomar el sol y que le dé un poco el aire. Lo que no entiendo es que no podamos salir toda la familia junta, ya que es como hemos estado conviviendo», cuenta.

Como ella, miles de adultos salieron ayer las calles de Murcia acompañando a sus hijos de hasta 14 años. Esta franja de edad, que según el INE cuenta en la Región con 257.000 niños, inaugura un desconfinamiento parcial con unas reglas muy claras. Las apuntan el BOE y la Asociación Española de Pediatría: cada adulto podrá acompañar a un máximo de tres niños en paseos de una hora entre las nueve de la mañana y las nueve de la noche a, como mucho, un kilómetro del domicilio y siempre respetando la distancia de seguridad de dos metros.

En el típico domingo murciano de finales de abril -sol imponente, calor incipiente-, Patricia acompañaba a su nieta, que empujaba una pelota transparente en la esquina de la Glorieta. «Mira cómo está la Gran Vía -señalaba-, esto parece una fiesta». A lo largo de la avenida, cortada por la Policía, decenas de niños correteaban, saltaban, berreaban, conducían patinetes, lanzaban pelotas. «Mi nieta estaba que se subía por las paredes -explicaba Patricia-, a estas edades -5 años- les sobra la energía y es necesario que salgan a desfogar».

En el parque del Malecón, Óliver, tres años, tiraba del pantalón blanco de su madre y decía que se había aburrido «muchísimo» en casa. Su madre, Lola, 46 años, administrativa, contaba que «el shock ha sido menor al tratarse de un domingo, cuando todo suele estar cerrado». Mientras su marido ataba los cordones a Silvia, su otra hija, Lola se quejaba: «Desde el primer día mantengo una campaña en contra del Gobierno. ¿Por qué no han permitido salir a los niños desde el primer día? No tiene ningún sentido».

Desconfinamiento en Cartagena

La historia se repitió en Cartagena: los pequeños tornaron a las calles por primera vez después de cuarenta y tres días confinados en casa. Acompañados por sus padres, los niños salieron a disfrutar de una soleada jornada con bicicletas, patines y otros juguetes. Las calles de la ciudad, que permanecieron sordas durante las primeras seis semanas del estado de alarma para evitar la propagación del coronavirus se llenaban de risas y gritos de alegría de los infantes que disfrutaban por primera vez del «merecido premio» con la hora diaria de paseo y juego a la intemperie que el Gobierno central otorga desde ahora a los pequeños.

Marcos Rodríguez intentaba seguir el ritmo a sus dos niños: Pablo, de ocho años y Araceli, de cuatro, que recorrían la plaza San Sebastián en patines. «Lo necesitaban», insistía Rodríguez mientras no quitaba ojo a sus dos pequeños, que avanzaban para no «desperdiciar» ni un minuto de la «corta» salida. La salida de los niños a la calle también ha levantado el ánimo a algunos abuelos. Y es que, aquellos que tienen la suerte de residir a menos de un kilómetro, han aprovechado para visitar desde la calle los balcones de los yayos, una estampa que se repetía a lo largo de la ciudad.