Las residencias de ancianos están siendo muy castigadas por la pandemia del coronavirus, no solamente en España, sino en el resto del mundo. Muchas de ellas se han convertido en focos de contagio, que padecen las personas más vulnerables de nuestra sociedad. Centros de la Región como Caser, en Santo Ángel, Orpea, en Cartagena, o los focos detectados en Santomera y Abanilla, poblaciones pequeñas que han visto incrementados sus índices de casos positivos debido a sus residencias. En España, la Fiscalía está investigando a 124 centros de mayores por mala praxis.

Sin embargo, la residencia de ancianos Mariano Marín-Blázquez de Cieza es una de las de la Región que no ha registrado ni un solo caso positivo por coronavirus en el mes y medio que está vigente el estado de alerta, con la población confinada. Al igual que en la célebre saga de cómic Asterix y Obelix, la residencia ciezana es la 'aldea gala' que resiste al invasor, que en esta pandemia no son las legiones imperiales de Roma, sino el coronavirus. Y todo ello debido a una gestión eficaz de la crisis y a la labor desarrollada tanto por los trabajadores como por la gerencia.

La residencia de ancianos ciezana está habitada por 159 ancianos y se han realizado hasta la fecha 27 test PCR. El resultado de todos ellos ha sido negativo. Este insólito y esperanzador panorama que se vive en el centro se debe a la inmediatez con la que se tomaron las primeras medidas y protocolos de actuación, a primeros de marzo, explican. Se procedió al aislamiento del exterior, limitándose las visitas de los familiares y de cualquier persona ajena a la residencia incluso antes de que lo decretasen las autoridades.

Los criterios de seguridad son rigurosos: a los ancianos se les toma la temperatura tres veces al día y a los trabajadores cada vez que entran de servicio. Si alguien supera los 37 grados, es aislado y se solicita un test. «En esta pandemia la seguridad y la prevención son primordiales», subraya Francisco Marín-Blázquez, director de la residencia. Además, se compró material sanitario con los fondos privados del centro, pues «la aportación de la Administración regional ha sido testimonial», afirma el director. En este sentido, también han contado con la colaboración de políticos, como es el caso de Melba Miñano, edil de Servicios Sociales y Personas Mayores del Ayuntamiento de Cieza, así como de voluntarios, familiares de los trabajadores, centros ópticos y bomberos, que han aportado mascarillas y material sanitario.

Marín-Blázquez pone en valor la profesionalidad de los trabajadores de la residencia, puesto que «la crisis sanitaria nos hace soportar una presión extra, pero el personal del centro está sacando lo mejor de sí mismo y está haciendo un trabajo perfecto».

«Los ancianos viven esta situación extraordinaria con resignación por no poder ver a sus familiares», apunta el director. Sin embargo, la colaboración que prestan para el cumplimiento de todas las medidas y protocolos «es muy buena». Además, las medidas se llevan también al ámbito comunicativo, pues «en cada ocasión que llaman los familiares preguntando, se les responde sobre el estado de los residentes. Y en el mismo instante que percibimos cualquier incidencia en un anciano, llamamos a la familia para transmitírselo», destaca.

La presión para Francisco Marín Blázquez es muy fuerte, aunque apela a «la tranquilidad de conciencia con el trabajo bien hecho». «Los peores momentos se pasan mientras se esperan los resultados de los test que les practicamos a los ancianos. Es una incertidumbre tremenda que, por el momento, se ha resuelto positivamente», hace hincapié.