Ocho ambulancias al día para toda la Región. Son los vehículos con los que el 061 'combate' el coronavirus, aunque los profesionales sanitarios huyen del lenguaje bélico y hasta de que se les llame héroes. Ellos desarrollan, explican, un trabajo «vocacional».

En la puerta del centro de salud de San Andrés, en Murcia, esperan las ambulancias y sus equipos, con médicos, enfermeros y técnicos, a que vayan llegando los avisos del día.

Carmen Correa toma muestras a una vecina de Cabezo de Torres, ayer. Israel Sánchez

Carmen Correa, enfermera responsable del Equipo 3 de extracción de muestras de coronavirus, y Francisco José García, técnico, se mueven por toda la provincia en un vehículo de intervención rápida (VIR) «para ir a coger muestras en toda la Región», explica Correa. «Al día, unas cien los días que menos; hemos llegado algunas veces a las 200 muestras», explica. En la jornada de este martes hay que ir primero al Virgen de la Arrixaca, a dejar muestras en el laboratorio. Después, a la residencia Caser, en Santo Ángel, a tomar muestras a una persona interna; de ahí, a otra residencia en El Palmar, y después a una vivienda de Cabezo de Torres.

«Un equipo puede hacer 600 kilómetros en un día perfectamente y echar gasolina a la ambulancia dos veces en un día», indica la enfermera , que atiende a LA OPINIÓN al pie del cañón, junto al VIR en el que se desplaza.

Hacer la prueba para detectar si alguien tiene el virus es sencilla y apenas tarda unos minutos, pues «se cogen dos muestras: una de la nariz y otra de la boca. Lleva un tubo, ahí es donde va el cultivo, y dos hisopos», manifiesta la enfermera, que destaca que las muestras «en el frigorífico pueden aguantar hasta tres horas y fuera del frigorífico, si no hace calor, una media hora».

El técnico ayuda a la enfermera tras la toma de muestras en la vivienda. Israel Sánchez

Preguntada por cómo se encuentran los pacientes a los que van a ver, Correa apunta que «están tranquilos, porque el centro coordinador del 061 ya ha hablado con ellos». Detalla que desde el Centro de Coordinación de Emergencias, en Mariano Rojas, «el enfermero llama al paciente, le dice que vamos a ir, le explica lo que le vamos a hacer y lo que tiene que tener preparado a la entrada de la casa: una silla para sentarse y un cubo de basura con una bolsa grande, para cuando nos quitamos el mono». «Eso si el paciente está por la casa: si está aislado, se hace (la prueba) en la puerta de la habitación», remarca.

A continuación, Correa y García llevan las muestras a analizar y, al cabo de unas 24 horas, «es el médico de cabecera el que suele llamar al paciente» para informarle del resultado.

«Todos nosotros recogemos muestras y hacemos traslados si tenemos que hacerlo. Estamos de apoyo, para todo lo que sea de coronavirus, hacerlo nosotros», dejan claro. Para el resto de emergencias que pueda haber en la Región, siguen en marcha 17 unidades médicas de emergencia (UME) y 28 vehículos del Servicio de Urgencias de Atención Primaria (SUAP), «los mismos recursos que antes». Siempre hay una reserva de ambulancias y, además, se ha contratado personal nuevo, comentan.

Tanto en el VIR como en las ambulancias destinadas solo a incidencias relacionadas con la pandemia, «el interior va casi vacío, porque después de cada paciente hay que desinfectarla» y es mejor que haya menos aparatos. «Solo llevamos para poner oxígeno y un pulsiosímetro, que es un aparato que mide la cantidad de oxígeno en sangre», explican los sanitarios, a pie de ambulancia.

En cuanto a cómo llevan médicos y enfermeros lo que está pasando, insisten en el 061 que «con optimismo desde el principio». «Yo creo que a estas alturas casi ningún sanitario es capaz de no emocionarse, ya todos. Y nos gusta», resalta Carmen Correa, que considera que «no somos héroes: estamos haciendo lo que tenemos que hacer. Y es vocacional, estamos aquí por eso». «Aquí en el 061 la gente está muy contenta. Además, vemos que tenemos recursos, normalmente tenemos material siempre», subraya.

Admiten los sanitarios que «al principio la gente se agobiaba un poco cuando nos veía con el mono: ahora nos dan las gracias». Cuando comenzó la epidemia, su presencia, en cambio, provocaba «miedo», comentan.

Tomar muestras en minutos

Al poco, el VIR de Correa y García vuelve de las residencias y pone marcha a Cabezo de Torres, donde, en una casa de planta baja, han de tomar muestras a una señora mayor.

«Son un poco molestas. Diga 'A'... ahí. La de la nariz es un poco más molesta. ¿Estamos preparados? Ya está», va indicando, con cariño, Carmen Correa a la vecina, que habitualmente vive sola y estos días está acompañada de familiares. «Nos quedamos esta noche a dormir con ella», incide un pariente, en la puerta de la vivienda, mientras García le reitera la importancia de hacerlo con protección. De que sea ella especialmente la que lleve la mascarilla puesta, pues, en el caso de estar contagiada, podría pegárselo a los demás miembros de la familia.

«Hemos terminado. Los resultados, a su médico de cabecera», concluye Correa. La visita es breve. Toca desinfectar en la misma puerta del domicilio. Y seguir al pie del cañón.