El amor en los tiempos de coronavirus. Parejas estables que, sin embargo, no comparten casa se ven en la coyuntura de tener que pasar el confinamiento separadas, y han de lidiar con la distancia física sin saber exactamente cuánto tiempo estarán sin verse.

Cuando acabe el confinamiento, «los divorcios crecerán», tiene claro el vicepresidente de la Sociedad Catalana de Sexología, Antonio Bolinches. Según su estimación, el 20 % de las parejas que se han confinado juntas romperá su relación tras la cuarentena por desgaste previo o decepción entre ambos durante lo vivido.

Pero, ¿qué pasa con las parejas que no pueden verse? Jesús Eugenio Rodríguez, director del Instituto Sexológico Murciano, subraya que «sin duda, la facilidad de acceso a las nuevas tecnologías está siendo un factor clave en la forma en la que parejas que lo pasan separadas están afrontando esta situación», dado que «el contacto diario por chat, llamadas o videollamadas genera una sensación de cercanía y accesibilidad a la otra persona que lo hacen mucho más fácil de llevar».

Patricia habla con su esposo móvil en mano: él está en Alemania y ella en Cartagena. Iván Urquízar

«Incluso en muchos momentos las parejas se comunican mejor mediante estos medios que en persona», apostilla el experto, que augura que «no obstante, conforme vayan pasando las semanas, la situación puede hacerse más dura, ya que estas nuevas formas de comunicarnos aún no han conseguido sustituir los efectos neurohormonales y psicológicos de una caricia, un beso o dormir abrazados haciendo la cucharita». Además, «la edad de las parejas y el tiempo que lleven juntas también son variables que actúan a favor o en contra», dice, a lo que añde que «por ejemplo la mayoría de estudiantes universitarios están ahora más centrados en sus agobios académicos que en cuestiones de novios».

En cuanto a si es posible que se incremente el deseo sexual en las parejas que viven a distancia una situación como esta, Rodríguez considera que «es bastante probable, en especial en aquellas parejas que lleven más tiempo juntas, ya que lo prohibido en el sexo nos provoca una mayor atención e interés», y destaca que «además puede suponer una novedad ante vidas sexuales muy rutinarias» y pone como ejemplo «aquellas parejas que se lanzan a explorar otras formas de sexualidad, como el sexting».

«No obstante, en parejas más recientes que estén empezando, esta situación puede suponer un pequeño parón especialmente para las personas que no sean muy visuales en su forma de vivir la sexualidad», ya que son «malos tiempos para ciertos sentidos como el tacto y el olfato», especifica el experto.

Lo que no tenemos es más valioso

Preguntado por si es posible que el confimamiento incremente el deseo y el amor en parejas que lo pasan separadas, Iñaki Irizar, psicólogo clínico del Colegio Oficial de Psicólogos de la Región, sostiene que «indudablemente», puesto que «solemos dar mayor valor a lo que no tenemos o hemos perdido». «Es habitual soñar o fantasear con futuros encuentros», apostilla.

No obstante, el experto detalla que «una parte esencial del ser humano es su dimensión social y afectiva, que se desarrolla normalmente con la presencia y el contacto», así como que «el afecto se manifiesta con una diversidad enorme de formas, pero solemos necesitar estar cerca, besar, acariciar, abrazar, convivir, sentir calidez y presencia».

«Adaptarse y sorprenderse»

En este sentido, «la distancia física puede producir alejamiento y frialdad, sentimientos de ausencia y de pérdida de sentido o de estar viviendo en otras realidades», además del hecho de que «si le añadimos horarios diferentes y ritmos vitales distintos, es posible que las dificultades aumenten y la intensidad de sentimientos de soledad, distancia, lejanía y desapego se intensifiquen», resalta.

A juicio del experto, el papel de la tecnología en estos casos «importantísimo», puesto que «nos acerca y permite mantener un contacto de calidad, hablar, vernos». «Forman parte de nosotros, sobre todo de los más jóvenes que ya lo entienden y utilizan no exclusivamente en una situación de confinamiento, sino de manera habitual», considera, por lo que, tras la cuarentena, «no solo se quedarán: se ampliarán».

Irizar apuesta por «tener complicidades con la pareja, aprender a vivir como algo nuevo e inesperado, adaptándonos y sorprendiéndonos, siendo honestos y congruentes entre los sentimientos y lo que manifestamos».

«'La atracción mental es mucho más fuerte que la física. De una mente no te libras ni cerrando los ojos'. Esta sería sin duda mi frase para las parejas que pasen el confinamiento separadas», subraya la terapeuta Carmen Mª Mayor, preguntada por las parejas que pasan el confinamiento separadas.

«Lejos de que esto se convierta en algo doloroso para los dos, desde mi punto de vista se incrementa ese magnetismo entre ambos, esa atracción que existe entre los dos pasa a formar parte de un plano más elevado, reforzando así la relación y descubriendo otras facetas de la personalidad de sus parejas», destaca. «Sin duda de esta situación se saca un refuerzo bastante positivo para la relación y a nivel individual de los dos integrantes de la pareja», insiste.

Yo en Cartagena, tú en Alemania

«Estás esperando a hablar con él, le cuento cómo ha ido el día, qué he hecho... Sí que se fortalece, es como cuando éramos más niños». Así se expresa Patricia Godoy, cartagenera de 39 años, a la que el confinamiento ha pillado separada de su esposo, Alberto Parrilla, con el que vive en Alemania. Él, natural de Murcia, está en el país germano, mientras que ella el 29 de febrero se trasladó a su tierra natal por un problema de salud de su padre que nada tiene que ver con el coronavirus.

Sobre cómo se lleva el confinamiento separada del que es su pareja desde hace 12 años, y marido desde hace seis, Godoy explica que «se lleva bien gracias al WhatsApp y el Telegram».

«Al principio hace mucha gracia, pero van pasando los días y se va haciendo tedioso», admite la mujer, que se vio obligada a pasar el cumpleaños de su esposo, este domingo 18 de abril, lejos de él.

La pareja ya sabe lo que es estar separada, por ejemplo «al principio, cuando él se fue a Alemania», aunque entonces «sabías que podías ir». «Ahora no lo sabes», lamenta.

Patricia Godoy tiene asumido que, cuando vuelva a su hogar, «voy a tener que estar en cuarentena», y reconoce que ahora mismo «estoy en casa de mis padres, con todas las comodidades que eso conlleva», lo cual «es como volver a la adolescencia».

«Creo que es hasta más fácil llevar la separación que lo de esas parejas que están mañana, tarde y noche juntas», dado que «les puede perjudicar más, están los roces», considera. Alberto y Patricia no tienen hijos, así que «tampoco llevas eso en la mochila», manifiesta la cartagenera, que transmite a las parejas que «si eso se pasa, lo que venga lo podéis pasar».

¿Y qué opinan más afectados? Las personas que ya mantenían, antes del estado de alarma decretado, una relación a distancia pueden llevarlo mejor, «porque ya sabes que esa persona no está todos los días, y no pasa nada», considera Anna, de 38 años de edad, residente en Barcelona y cuyo novio está en Murcia. «Tampoco es necesario verse a diario», estima, al tiempo que se muestra convencida de que esta situación servirá para «reforzar el amor y el deseo» y para «valorar y fortalecer vínculos, emocionales y carnales». En la misma línea se muestra Manuel, el que es su pareja desde hace cuatro años, que, preguntado por si el confinamiento hace disminuir el deseo, indica que «muy al contrario, lo eleva».