En los 33 años que lleva ejerciendo como sacerdote, Ramón García nunca se había visto obligado a dar misa para sí mismo, sin ningún fiel que escuche su palabra, sin embargo, asegura que se siente «espiritualmente unido» al resto de católicos: «La fe y la ciencia no se contradicen, se puede vivir la fe haciendo caso a lo que recomienda la ciencia». García toca las campañas de la parroquia de San Pedro, en la pedanía murciana de Espinardo, cada día a las 7.30 horas para que sus feligreses, en su mayoría, de edad bastante avanzada, sepan que la misa va a empezar.

Pero desde que se decretó el estado de alarma el pasado 14 de marzo, como ha ocurrido en la resto de iglesias del país, los bancos permanecen vacíos y el sacerdote reza solo «por todos los creyentes».

«A muchos mayores les cuesta entender que se les prohíba ir a misa, pero no se puede ir en contra de la ciencia y de la razón. Yo les digo que el coronavirus es una cosa muy seria, que tenemos que preservar la vida, porque es un regalo. Y hablo con ellos durante horas por teléfono, les consuelo. Ya haremos una gran misa solemne y lo celebraremos cuando esto pase», dice.

A todos sus fieles, y a los católicos en general, les anima a ver la misa por televisión o por las redes sociales de aquellas parroquias con más medios tecnológicos que pueden ofrecer ese servicio y asegura que esta crisis le ha unido más a Dios y a su comunidad. «Esta nueva experiencia nos puede ser útil a todos. Hay que afrontarla y saber que también pasará», concluye.

Testimonio de fe y esperanza

Lisa Ortín, médica intensivista de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Universitario Reina Sofía de Murcia; Inés García, médica en el servicio de Urgencias del mismo hospital; Paula Lázaro, médica del servicio de atención primaria de Abarán y refuerzo del servicio de Urgencias del Reina Sofía; y Jerónimo Tornel, médico del servicio de Gerencia de Urgencias y Emergencias 061 de Murcia; son cuatro profesionales sanitarios que, cada día, combaten la expansión del virus Covid-19 y que encuentran en la fe un apoyo fundamental para poder llevar a cabo su profesión. «En cada uno de los pacientes puedo ver a Jesús y eso no tiene precio. Solo de esta manera, este durísimo trabajo, en estas circunstancias, es más llevadero. Esta es la ventaja de ser médico cristiano», afirma Tornel.

Como consecuencia de la actual situación de emergencia sanitaria, quienes atienden a los enfermos encuentran nuevas trabas y dificultades en su profesión. «Es muy duro tener que decirle a la gente, sobre todo a los familiares de enfermos de coronavirus, que por órdenes de Salud Pública no pueden venir a ver a sus seres queridos -que están solos-, para evitar los contagios», explica Lisa Ortín. Sin embargo, pese a las dificultades a las que se enfrentan día a día, los cuatro médicos coinciden en la importancia de transmitir esperanza a toda la población, especialmente a los afectados por la enfermedad, sirviéndose de la fe en Dios como un apoyo fundamental.