De un día para otro y por decreto tuvieron que cerrar su negocio, su única fuente de ingresos. Gran parte de los 100.000 autónomos de la Región de Murcia no saben con seguridad cuándo acabará el estado de alarma por el coronavirus en España y podrán volver a abrir su tienda, su peluquería o su restaurante. Mientras que los ciudadanos sigan confinados en casa, los trabajadores por cuenta propia se enfrentan a un futuro marcado por las deudas que están adquiriendo estas últimas semanas.

El Gobierno aprobó una moratoria de las cuotas de autónomos y ha puesto a disposición de éstos una prestación mensual con la que muchos no pueden ni pagar el alquiler del local. La presidenta de la Federación de Trabajadores Autónomos (ATA) en Murcia, Celia Ferrero, denuncia que las medidas del Gobierno «no se pueden aplicar en tiempo real» porque las mutuas no dan abasto, por lo que reclama «procedimientos excepcionales» para una «crisis excepcional».

Menos burocracia y más agilidad en los procedimientos para que las soluciones, en este caso, prestaciones, lleguen al trabajador con premura. Asimismo, recuerda que la suspensión de las cuotas tendría un coste para el Estado de mil millones de euros por cada mes, una cantidad que «se podría asumir perfectamente» y que evitaría que el peso de la crisis no recayera, «una vez más, sobre los autónomos».

Otra de las opciones a las que puede recurrir un autónomo es pedir un préstamo al Instituto de Crédito Oficial (ICO). El problema en este punto es que con un descubierto, no se concede. Muchos autónomos, sin ingresos y pagando proveedores, están en números rojos, por lo que no cuentan con este salvavidas. No pinta nada bien.

"Es imposible cobrar los recibos de los seguros"

Sira Sánchez.

Seguros. 42 años

Sira Sánchez trabaja en una empresa de seguros en Cartagena que pertenece a su familia desde hace años. Es autónoma y ante la crisis sanitaria, no le ha quedado más remedio que adaptarse al igual que sus trabajadores a la modalidad de teletrabajo, algo que tiene que compaginar ahora con cuidar de su hija, que es muy pequeña y que, con los centros infantiles cerrados, está en casa y necesita de toda su atención.

Algo que dificulta mucho poder conciliar su vida laboral y vida familiar. Según cuenta, los ingresos de su empresa se han visto reducidos porque «hay mucha gente que paga el recibo mensual de los seguros de decesos en mano, por lo que hay que ir a cada domicilio a cobrarlo. Ahora mismo, eso es imposible por el confinamiento, por lo que ingresamos mucho menos».

Otro problema que tiene en su empresa son las bajas que han solicitado algunos trabajadores y que se les dan sin saber a ciencia cierta si se han contagiado o no, porque no se les realiza ningún tipo de prueba. A ella no le queda más remedio que asumirlas con los problemas que eso conlleva.

"La incertidumbre ante el futuro es lo peor"

Francisco Javier García.

Jardinero. 46 años

Aunque tuvo un pequeño comercio de barrio hace mucho tiempo, Francisco Javier García lo dejó todo por su amor por el reino vegetal y se lanzó de lleno al mundo de la jardinería. Ya lleva varios años entre arboles y plantas, cuidando de ellos en jardines de muy diverso tipo, cortando ramas secas, haciendo injertos, cuidando el cesped... El suyo es un trabajo duro, pero no tanto, asegura, «como la incertidumbre que siento ante el futuro».

Él sigue trabajando porque no tiene empleados, pero asegura que «durante estos días, si llega un nuevo encargo, no sabes si cogerlo o no por si cambian las directrices del estado de alarma y no me dejan hacerlo, o lo que es peor, que se quede a medias».

Además su facturación ha bajado muchísimo, y después de pagar todos los gastos fijos, apenas le queda algo para mantenerse él y su familia. Respecto a lo que sucederá tras el confinamiento, espera que sus clientes sigan necesitando de sus servicios y que cuenten con él para adecentar sus jardines, pero es imposible saber cómo van a reaccionar particulares y comunidades de propietarios y si van a tener recursos suficientes.

"Retrasar el pago del autónomo no es una ayuda"

Javier Conesa.

Peluquero. 44 años

Las crisis económicas no son desconocidas para Javier Conesa. La última le obligó a dejar su trabajo como fotógrafo y cambiar la cámara por unas tijeras de peluquero, profesión para la que se formó durante varios meses en una academia y que lleva ejerciendo desde hace un lustro en un barrio popular de Cartagena.

Los comienzos no fueron fáciles por la inversión que tuvo que hacer para alquilar y reformar un local y porque los clientes fueron llegado muy poco a poco. Ahora, que tenía una cartera de clientes fijos, algunos de los cuales se han convertido en amigos, el coronavirus le ha hecho bajar la persiana y se muestra preocupado por la situación porque su profesión no va a contar con ningún tipo de ayuda.

«Yo tengo que seguir pagando el alquiler del local, el agua, la luz y la cuota de los autónomos. Atrasar el pago de la cuota no es una ayuda porque la vamos a tener que pagar igual, y si no tengo dinero ahora, no lo voy a tener después». Cuando acabe el confinamiento espera que sus clientes vuelvan pero sabe que, si han perdido su trabajo, en lo último que van a pensar es en ir a cortarse el pelo.

"No esperamos tener celebraciones hasta octubre"

Pedro Marín.

Hostelero. 58 años

Pedro Marín lleva en la hostelería toda la vida, ha regentado varios restaurantes en Caravaca y durante los últimos años es propietario de un salón de celebraciones y de un restaurante en el centro del municipio. «Es un palo para la hostelería y hará mucho daño a todo el sector», en este sentido, especifica que, sobre todo, «en los pueblos se notará mucho más».

La expectativa que tienen en cuanto a celebraciones es bastante difícil de calcular, «ahora mismo tenemos cancelaciones hasta el mes de mayo y junio, y las comuniones por ahora también están aplazadas, por tanto, tampoco habrá celebraciones». El futuro para el sector también es incierto, ya que mucho se temen los hosteleros esto vaya para largo.

«No creo que dejen tampoco, y nadie estará dispuesto, a juntar a doscientas o trescientas personas hasta que no pase un cierto tiempo preventivo», augura Marín, quien no espera facturar hasta el mes de septiembre u octubre. «Es imposible pensar en la facturación de este año o qué gastos vamos a poder llevar a cabo». Sobre las ayudas también ve bastante incertidumbre.

"Somos siempre los grandes damnificados"

Juan Martínez.

Fotógrafo. 59 años

Juan Martínez Montoya es fotógrafo. Toda su vida ha estado dedicado a este sector y, en especial, a los reportajes de sociedad. Su pequeño estudio está ubicado en la Avenida Juan Carlos I de Caravaca desde hace tres décadas. «Estamos viviendo una situación muy complicada que nos ha pillado a todos por sorpresa», explica Martínez Montoya, quien confiesa que «temo que el Gobierno sabía antes del 14 de marzo lo que podía ocurrir y no han tomado las medidas oportunas».

También destaca que para los autónomos y las pequeñas empresas «la situación es muy complicada, sobre todo por la incertidumbre que se está creando». «Ahora mismo -añade- no sabemos cómo han pensado reflotar la economía de estos negocios».

También el miedo de que cuando la situación se estabilice «exista una recaída, entonces sería un caos total». Juan, que le han aplazado encargos hasta octubre, recuerda que los autónomos son los grandes damnificados. «Solo hay una manera de salir de esta crisis y es que los gobiernos bonifiquen la Seguridad Social, bajen impuestos, inyecten dinero en los mercados y se fomente la generación de empleo».

"Los talleres que hacen nuestros vestidos ahora tejen mascarillas"

María y Cristina Jara. Tienda de novias

Con marzo llega la primavera, y con esta estación, las bodas. Es el momento del año más esperado para María y Cristina Jara, dos hermanas al frente de Portocale, una 'concept store' que acumula vestidos de novias a las que no se las espera a corto plazo. «Y se han quedado sin pagar», puntualizan.

No están siendo meses fáciles para estas dos autónomas, que llevan desde marzo, cuando se decretó el estado de alarma, «con cero ingresos». Así terminará abril y cuentan con que mayo siga la misma tónica, ya que la salida de esta situación será paulatina y parece complejo que las celebraciones multitudinarias se permitan pronto. «Todas las novias han pospuesto la boda y la restauración será lo último en abrir», es lo que piensa María, que espera que en junio «haya movimiento».

Mientras dure este 'parón', siguen pagando a sus proveedores. «No queremos dejar de pagar a nuestras firmas y diseñadores, que también lo están pasando mal».

Pueden acceder a una prestación que no llega a los 700 euros mensuales (el 70% de la base reguladora). Sin embargo, la mutua que la tramita, como todas estos días, están sobrepasadas y no saben cuándo les llegará el dinero. Otra de las medidas a las que se pueden acoger los trabajadores por cuenta propia es la moratoria en el pago de cuotas; eso sí, después de que se les haya cobrado el mes de marzo.

Las hermanas Jara han hecho números y creen que pueden aguantar un par de meses más, pero de aquella manera€ «Sin cobrar nosotras», sentencian. «El autónomo vive en la cuerda floja. Si Inditex ha hecho un ERTE, ¿qué quieren de mí, que no tengo ningún ingreso?», se pregunta Cristina.

Con la temporada perdida, la única tabla de salvación de Portocale es el otoño. «Espero que entonces se recupere todo, la oportunidad está en todas las bodas que ahora se han aplazado, porque se van a juntar en cuestión de pocos meses. Puede que la saturación nos obligue a contratar a más gente».

María y Cristina cuentan con que su negocio sea recompensado. «Los talleres que hacen nuestros vestidos ahora están tejiendo batas y mascarillas. Nos gustaría que la gente valorara el producto 'made in Spain' y se solidarizara con esta industria nacional. Nosotras apostamos por ella, por toda la gente que hay detrás».

"Mi padre me tuvo que prestar para que coman mis hijos"

Ana Belén Fernández. Tienda de ropa infantil

La situación en la que se encuentra Ana Belén Fernández es dramática. Esta barcelonesa se mudó a Águilas, de donde son sus padres, con sus mellizos hace tres años abrió una tienda de ropa infantil con la que se «sacaba el sueldo». Tras ser obligada a cerrar el negocio «de un día para otro» su vida se ha convertido en una pesadilla. «Un día antes había hecho un pedido. Además, este invierno ha sido muy flojo porque no ha hecho frío. Tenía mis esperanzas puestas en mayo, junio y julio, que son mis meses buenos, cuando llegan las comuniones».

Sin ingresos, tuvo que hacer frente a primeros de mes al pago de la cuota de autónomos y al préstamo que pidió para abrir la tienda hace tres años. «Solo en gastos de la tienda se me van al mes 3.000 euros», asegura. De la noche a la mañana, se ha visto obligada a pedirle a su padre, pensionista, que le preste dinero para poder pagar el alquiler de la casa en la que vive con sus hijos de 4 años. «Los 660 euros de la prestación son totalmente insuficientes», denuncia. Ana Belén ha intentado hablar con Servicios Sociales, pero afirma que nadie le coge el teléfono. «Dijeron que no iban a dejar a nadie en la estacada».