Quiero empezar este escrito, dedicado a la memoria de mi buen amigo Pedro, que se nos ha ido tempranamente y de forma inesperada, con las palabras de nuestra alcaldesa: «Terminaba de sonar el pasado Viernes de Dolores la Salve a nuestra madre, cuando recibía la triste noticia que me dejaba helada, otro cartagenero más que este cruel bicho nos arrebataba€ Un hombre bueno, un buen hombre. El de la tímida sonrisa, con la que era capaz de decirte mucho€ Y siempre lograba arrancarte una sonrisa».

Conocí a Pedro en nuestra juventud, cuando compartíamos salidas en la pandilla con las que hoy son nuestras mujeres y nunca perdimos el contacto. Él marchó para su Bazán, donde empezó en la Escuela de Aprendices hasta llegar a obtener la titulación de Ingeniero Técnico, convirtiéndose en un gran productor de esta multinacional Navantia de hoy. Nunca olvidó aquella época, y como hombre sencillo y orgulloso de sus orígenes que siempre ha sido, Pedro colaboró con esta Asociación de Aprendices que, como él decía, tanto le dio, hasta el último momento.

Cuando ya llevaba varios años casado con Cari, su suegro, otro hombre bueno donde los haya, D. Juan Bolea Urrea, lo invitó a participar en un pequeño taller que acababa de montar, con no más de quince buenos profesionales, después de haber dejado una gran estela profesional y humana en Talleres Balsalobre, y Pedro, sin pensarlo dos veces, se subió al carro que su suegro le propuso, y gracias a su trabajo y su dedicación en cuerpo y alma, de aquel pequeño taller surgió el Grupo Bolea, que ha llegado a contar con más de seis sociedades: Mecánica Bolea S.A, Mantenimiento Mecánicos Bolea S.A., Ingasol S.A., Óptima Ingeniería, Rodabe-Bolea y varias UTE, llegando a superar los 250 productores, trabajando en diversos sectores: industrial, naval, aeronáutico, ingeniería, montajes, mecanizado, alimentación y farmacia, desarrollando su actividad a nivel nacional e internacional, incluso con delegación en el Reino Unido.

Durante el desarrollo de la empresa, siempre ha contado con el apoyo de su querida esposa, Cari, que siempre se ha mantenido a su lado junto a sus hijos Pedro y Eduardo, por los que siempre ha sentido verdadera adoración; como la que ahora demostraba por sus nietas, María e Irene, que han iluminado sus últimos años y se habían convertido en el leitmotiv de su existencia.

El pasado mes de septiembre dejaba la Dirección de la Compañía para pasar a presidir el Consejo de Administración y dedicarse más a disfrutar de la familia y a aquello que más le llenaba en estos momentos, su campo y sus animales, sin olvidar el gran proyecto que él y su suegro tenían, de trasladar la compañía al Polígono de Los Camachos, donde tenían 35.000 metros esperando a formar un gran complejo industrial en el que integrar todas las secciones del grupo.

Durante los últimos tiempos también pudimos verle disfrutar de su mayor afición, su finca 'La Barrigueta', que visitaba casi a diario para alimentar a los animales de su pequeña granja y, como él decía siempre socarrón, «hablarles porque ellos eran los únicos que le entendían», y recoger las frutas y verduras que tanto le gustaba cuidar. Y ahora estaba preparándolo todo para inaugurar en junio, con sus buenos amigos y algunos directivos de la compañía, un rincón de la finca que quería dedicar a su suegro con el nombre de 'Plaza Juan Bolea'. No pudo ser, querido amigo, pero seguro que ahora llevará tu nombre y estaremos todos recordándote como amigo, compañero, jefe€ y sobre todo quedará grabada en nuestra memoria tu imagen de hombre bueno, de buen hombre.

El shock inicial que en todos produjo tu partida pronto se tradujo en palabras de reconocimiento, tanto de tus empleados, para los que siempre mantuviste la puerta abierta y escuchaste en todo momento, como de tus propios competidores, reconociendo la lealtad con la que siempre has actuado, siendo, ante todo, un caballero en los negocios y, cómo no, las de tu suegro, que ha sentido tu pérdida como la de un propio hijo.

Al final, una vez más, has conseguido lo que tú siempre querías, que los que hablaran de ti lo hicieran bien y con cariño, como siempre lo han hecho de Juan Bolea y, si me estás escuchando, solo quiero que sepas que, a día de hoy, ya hemos recibido más de setecientos correos y llamadas, desde el presidente de la Comunidad Autónoma, pasando por todo tipo de colectivos, empresarios, amigos y demás, y todas se resumen en lo mismo: alabanzas a tu persona por tu sencillez, tu honradez, tu laboriosidad y ese gran sentido de la familia que has sabido trasladar a todos los campos.

Desde tu empresa y para tu tranquilidad, que sepas que todos estamos esperando el reinicio de la actividad para continuar con tu legado. Hasta siempre, querido amigo, nunca te olvidaremos.