La Unidad Medicalizada de Emergencias (UME) tiene una de sus bases en Zarandona (Murcia). Allí trabaja el médico Francisco Guirao, que lleva más de dos semanas separado de su mujer y sus hijos para evitar contagiarles. Además del sacrificio personal, Guirao también necesita hacer un esfuerzo extra cuando le toca hacer el turno, ya que en sus guardias «nota mucha más carga asistencial».

Pero no está solo. Cuenta con el apoyo de sus compañeros que, como él, han tenido que aprender sobre la marcha a qué se estaban enfrentando. «Es imprescindible el equipo de limpieza, que vienen a desinfectar la base, al fin y al cabo, es el lugar en donde también descansamos entre aviso y aviso», recuerda. «No podemos bajar la guardia».

Lo dice recordando a algunos de los médicos que ahora se encuentran de baja por el coronavirus. Desde que estalló la crisis sanitaria, su día a día ha cambiado. «Trabajamos con incertidumbre, esta es una enfermedad nueva para todos». Aunque no puede haber titubeos. «Tenemos que mantener la calma, no se puede transmitir inseguridad».