Un papel muy importante y poco reconocido en esta crisis sanitaria es el de los microbiólogos. Están en el laboratorio, nadie les ve, pero su teléfono no deja de sonar. Los médicos les llaman constantemente para conocer el resultado de las pruebas de sus pacientes. Sin ellos no habría datos para saber cómo va la temida curva del coronavirus. Junto a ellos, los técnicos superiores de Grupo B manipulan las muestras y los exudados de los pacientes.

Al principio se centralizó todo el trabajo de laboratorio en la Arrixaca y, cuando vieron que no daban a basto, ampliaron este servicio a otros centros. «Fue muy duro al principio, veíamos que todo se estaba cayendo a pedazos y no podíamos hacer nada. Nos sentíamos impotentes», cuenta la microbióloga del Hospital Morales Meseguer Irene Weber. Este laboratorio, en el que trabajanseis facultativos que se reparten en dos turnos de mañana (4) y tarde (2) se ha visto reforzado y lo único que hay que lamentar es que no hay suficientes reactivos necesarios para hacer las pruebas.

Aunque disponen de EPIs para trabajar y cuentan con campanas de bioseguridad para manipular las muestras, Weber deja los zapatos y el bolso en la entrada de casa. «Si hay virus, que muera de viejo». Toda precaución es poca con niños en casa.