El Mar Menor volvió ayer a ser la meta de centenares de litros de agua que discurrieron por las ramblas del campo de Cartagena hasta llegar a la laguna. En siete meses, el de ayer es el quinto aporte importante de agua dulce que recibe el Mar Menor, y con ella, el aporte de sedimentos y exceso de nutrientes procedentes de la agricultura de regadío del campo de Cartagena. Esto es precisamente lo que temían los ecologistas hace unos días ante la fuerte demanda y mayor producción de productos hortofrutícolas por el estado de alarma decretado por el Gobierno: Si aumentaban las cosechas para cubrir el abastecimiento, los productos como los fertilizantes podían acabar en el Mar Menor con el arrastre de grandes cantidades de agua por lluvias.

Estos nutrientes son el caldo de cultivo para generar un proceso de eutrofización aún más intenso del que ya padece la laguna, y derivar en la aparición de más algas u organismos fitoplanctónicos. De cara al verano ya se preveía una presencia importante de algas en muchos puntos de la laguna.

Hasta el momento, ninguna DANA o fuerte precipitación que haya arrojado una gran cantidad de agua al Mar Menor ha vuelto a provocar una situación de anoxia o falta de oxígeno en el agua como la de octubre del año pasado, tras la DANA de septiembre. La entrada de agua dulce fue el detonante final y provocó la muerte de decenas de miles de peces en la laguna.