Los virus no están vivos, son partículas, agentes infecciosos que necesitan un huésped para desarrollarse. En estos días en los que el coronavirus ha trastocado la vida de miles de millones de personas en todo el mundo, la comunidad científica se afana en explicar qué es el coronavirus, cómo ha logrado originarse y detallar qué recorrido ha seguido desde China hasta tenerlo en las puertas de nuestras casas.

El Gobierno de España ya ha movilizado millones de euros para crear líneas de investigación científicas frente al coronavirus SARS-Cov2. El Gobierno regional, a través de la Fundación Séneca, quiere poner también en marcha ayudas urgentes para crear proyectos destinados al diagnóstico de enfermedades víricas, nuevas terapias antivirales y al desarrollo de vacunas. Pero, ¿qué es el coronavirus y qué líneas de investigación concretas se pueden seguir a partir de este momento para combatirlo?

El Covid-19 presenta una estructura de ARN de cadena simple, es decir, solo está formado por proteínas, un envoltorio de lípidos y ácido nucleico, que es el conjunto de genes de un virus. Esa estructura de ácido ribonucleico (ARN) permite al virus mutar mucho su genoma, su conjunto de genes, porque no tiene un sistema de reparación de errores cuando se duplica en una célula, como sí lo tendría si fuera de ADN.

El virus emplea la 'maquinaria' de la célula donde se ha alojado para multiplicarse, y de esta forma consigue hacer enfermar al individuo. «Los virus necesitan un organismo vivo para multiplicarse. El Covid-19 ha saltado de especie en especie, del murciélago al pangolín y de este al ser humano porque una partícula viral (el Covid-19) ha mutado y, como se encontraba en contacto con una persona, ha logrado infectarla, ha reconocido una 'puerta' de entrada a las células humanas», detalla Marcos Egea Gutiérrez-Cortines, catedrático de Genética y director del Instituto de Biotecnología Vegetal de la Universidad Politécnica de Cartagena. «Esas mutaciones que producen los virus ocurren de forma natural e incontrolable, por eso la gripe aviar afectó a los humanos. Una mutación de este virus que afectaba al sistema respiratorio de las aves provocó su salto a las células humanas».

Con el genoma ya reconocido del coronavirus, «podemos coger las secuencias de proteínas que codifican ese genoma, extraerlas, inocularlas en un animal y generar anticuerpos específicos para el Covid-19», remarca Ginés Luengo Gil, biólogo y doctor en Medicina por la Universidad de Murcia. Luengo, decano del Colegio Oficial de Biólogos de la Región, señala que se podrían crear vacunas a partir de «los antígenos del virus que podemos coger para crear anticuerpos una vez los inoculemos en las personas». Otro método, señala el biólogo, es «inactivar el virus y producir vacunas para el ser humano a raiz de esos virus inactivados y que se puedan generar anticuerpos sin que esa infección dañe a la persona», o vacunas de virus atenuados: «Los virus adquieren una atenuación, se pasa a las personas y producirá una infección menos grave que la habitual pero permitirá generar inmunidad».

Luengo señala que las pequeñas mutaciones que se han detectado desde que el coronavirus salió de China y llegó hasta España «son mínimas» y no tienen «un significado clínico importante ni un riesgo superior, todas las mutaciones pertenecen a la misma cepa».

El decano de los biólogos añade también que también se podría estudiar una línea de seguridad biológica cultivando este virus en muchas generaciones y en muchas células de distintas especies. Esto permitiría que con las distintas mutaciones que podrían detectarse, valorar si esos cambios producen un mayor «potencial patogénico», es decir, si el virus puede llegar a aumentar su capacidad de mortalidad o su capacidad de resistencia en el medio natural.

El desarrollo de proteínas en plantas transgénicas para crear anticuerpos contra el virus es otra línea de investigación que en su día ya se siguió para combatir el ébola. «A través de plantas de tabaco transgénicas se produjeron proteínas antivirales en Estados Unidos que se podían inyectar posteriormente», subraya el catedrático de Genética Marcos Egea.

Lucha contra los virus en plantas

En el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas), centro de investigación dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, llevan años investigando los virus que afectan a las plantas. A diferencia de los animales, las plantas no tienen un sistema inmunológico, no generan anticuerpos como los humanos para combatir un patógeno. Pedro Gómez López, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del CEBAS, señala que todos los métodos para controlar la enfermedad en una planta deben ser indirectos, pues no basta con aplicar pesticidas o plaguicidas contra un virus que ha infectado un cultivo.

En el centro de investigación «se buscan métodos de resistencia» para poder controlar las enfermedades virales de una planta. «Otra línea de investigación es analizar cómo se multiplica el virus dentro de la planta para poder pararlo», señala Gómez, que lleva a cabo en el Cebas una línea de epidemiología, un estudio en el que realizan prospecciones en los cultivos para que, si aparecen nuevos virus, «poder pararlos cuanto antes».

Los cultivos de tomates, pimientos, calabacines, sandías, melones o calabazas son algunos de los más afectados por virus en la Región de Murcia, unas plantaciones que el Cebas vigila e investiga dado que cada año «emergen nuevas enfermedades que afectan a estas plantas».