«No se puede pensar que no exista una voluntad política de acabar con los problemas del agua. Lo que ocurre, en nuestra opinión, es que la misma está supeditada a otras voluntades, más, podríamos decir, domésticas. Con la configuración actual del país, va a resultar muy difícil reconducir voluntades para coincidir en la naturaleza del problema y en su solución». Son palabras de Juan López, secretario de la Comunidad General Zona IV del Trasvase Tajo-Segura, que abarca un área geográfica integrada dentro de los municipios murcianos de Abanilla, Fortuna y Santomera dedicados, fundamentalmente, a la producción de cítricos.

La falta de seguridad reinante a la hora de disponer, a medio y largo plazo, de los recursos hídricos necesarios -con la adecuada calidad y a precios asumibles- es una de las principales preocupaciones de los miembros de esta corporación, que también muestran su malestar por la falta de rentabilidad de sus cultivos y los «precios tirados» que se fijan para sus cítricos; situaciones derivadas de la «falta de medidas que fuercen a quienes están inundando la Unión Europea con naranjas y limones foráneos a competir en igualdad de condiciones con nuestros productos».

Tampoco esconden su incertidumbre ante lo que Juan López define como la «trastienda» del Trasvase, que le resulta «altamente preocupante». «No vemos nada que nos lleve a pensar en que el asunto vaya a tener una solución satisfactoria, por tanto definitiva, para los regadíos dependientes de las aguas del Tajo», afirma.