Personas (en su mayoría mujeres) muy vulnerables y sin posibilidad de obtener ningún ingreso ni subvención económica, pues su modo de ganarse la vida sigue sin estar reconocido. Se trata de las trabajadoras sexuales. Solamente en la Región, el Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo (CATS) atendía la pasada temporada a 1.3000 personas.

El coordinador de CATS, Nacho Pardo, apunta que, puesto que estas trabajadoras del sexo permanecen «confinadas», al igual que el resto de la población, «no pueden sacar dinero», además de que «no se les reconoce el derecho a paro». «Aquí no hay un ERTE ni nada por el estilo», comenta al respecto.

«Es una situación mala», admite Pardo, que apostilla que «hemos recibido comida y suministros del SEMAS», a repartir entre las personas más necesitadas. «Lo estamos repartiendo entre la gente que tiene más prioridad», dice.

Así las cosas, las propias prostitutas de distintos puntos de España han impulsado una campaña de recogida de fondos: solicitan donaciones de personas que quieran echar un cable a estas mujeres que no pueden ejercer su oficio, como consecuencia de la pandemia de coronavirus.

Y es que, dado el parón, las trabajadoras sexuales están sufriendo una pérdida de ingresos que día a día se agrava. Las prostitutas no tienen un sueldo fijo, no pueden pedir una baja laboral ni prestación por desempleo.

Pardo valora esta «muy buena idea» y precisa que «los recursos se van a distribuir entre las personas que tengan más carencias». De momento, se han recaudado 12.000 euros.

Gracias a que las propias prostitutas se han organizado, «por lo menos el dinero va a llegar a alguien», incide el coordinador del CATS, que añade que, en el caso de la provincia, será principalmente para mujeres que trabajan en la calle. «Gente del barrio del Carmen o mujeres que se ponen en el Eroski son prioritarias y van a ser tenidas en cuenta», manifiesta Pardo, que destaca que estas mujeres van contando «los 15 ó 20 euros» que encuentran.

Desde su punto de vista, al acabar esta cuarentena colectiva y el estado de alarma «sería un buen momento para ver que hay mogollón de gente que no tiene ningún tipo de cobertura» y legislar al respecto. Las trabajadoras sexuales, tiene claro, «están peor que los autónomos».

En el caso de las personas que trabajan en un club, «algunos locales nos han dicho que dejan a las mujeres dormir y comer. Les dan cobertura sin que tengan que pagar la cuota diaria», explica Pardo, que, dada la situación de cuarentena, no ha podido comprobar que esto se está haciendo, aunque «confío, espero y deseo que realmente sea así».

CATS también pone el acento en «los abusos que se puedan llegar a cometer, al no estar (el trabajo sexual) reconocido como actividad laboral». «Sobre todo, en los pisos, nunca sabes lo que pasa dentro de los pisos», precisa.

Muchas trabajadoras viven en su habitación de trabajo, ya sean independientes o en clubes. También hay personas que ejercen por su cuenta en su propio domicilio. Entre estas, algunas se las ingenian y ofrecen servicios de sexo online: cobran por videollamadas por Whatsapp, por ejemplo.