Durante estos días de confinamiento domiciliario por el estado de alarma debido a la alerta sanitaria del Covid-19, los hogares de España se están convirtiendo en aulas de colegios, en parques o en lugares de trabajo. En algunos hay que realizar un doble esfuerzo según el número de miembros en la familia, como sucede en la casa de Abigail y Paco, aguileños y padres de una familia numerosa. Pedro es el mayor de los cuatro hijos con 19 años, estudia Educación Social en la Universidad Murcia; Laura es la segunda y la única mujer de los cuatro, tiene 14 años y estudia segundo de la ESO; mientras que a los dos pequeños solo los separa 11 meses de edad. Adrián tiene 4 años y Francisco tiene 3 años.

Viven en Águilas. Paco trabaja en una gasolinera y en esta primera semana de confinamiento está en turno de mañana. En casa la diana es sobre las nueve de la mañana ya que «por la noche los dejamos que se acuesten más tarde, porque si no a las siete y algo están ya despiertos y sería una locura», comenta con una sonrisa Abigail, quien explica que «ahora se levantan algo más tarde de lo normal, sobre las nueve y después de desayunar los pequeños comienzan con las fichas del colegio y los mayores con sus trabajos».

Las jornadas siguen con un programa muy especial. «Se está realizando una jornada de trabajo con cierta normalidad en la casa. Pedro continúa realizando trabajos de la universidad, tiene contacto con los compañeros, incluso han llegado a dar clases a través de videoconferencia; por la mañana los pequeños hacen fichas del colegio y Laura está realizando las tareas que telemáticamente le envían desde el instituto» comenta Paco. Por la tarde llega el momento de jugar, sobre todo los pequeños, que son los que más atención y entretenimiento necesitan. «Es locura, en el momento de sacar los juguetes no tienen altura, aunque la paciencia le llega en algunos momentos a un límite a la madre y a los hermanos» dice Paco.

El más pequeño, Francisco, cuando tiene algún problema «estos días busca a su hermana para cobijarse en ella» puntualiza, reconociendo que también llegan esos momentos «que decimos que nos dejen salir a la calle, necesito perderlos de vista, pero es algo normal». Aunque según Abigail «el parque lo hemos trasladado por momentos a la casa». Asegura que lo más disputado de la vivienda es «el sofá y el mando de la tele, que es de los dos pequeños, los dibujos animados es la programación principal, pero también les gustan los documentales».

Pedro tiene más asumido estar en casa: «La madurez se nota, pero a Laura, con 14 años, le está costando un poco más asimilar que no puede salir» comenta Paco. Sin embargo Adrián y Francisco están muy concienciados, son los que se ponen serios para guardar el aislamiento, ya que «muchas veces de broma decimos que nos vamos a la calle, y los pequeños salen corriendo para ponerse delante de la puerta gritando '¡que no se puede salir, que está el bicho!'», comenta Paco. «Adrián cuando se levanta por la mañana lo primero que pregunta es que si se ha muerto ya el bicho». Abigail añade que «en el colegio ya comenzaron a concienciarlos cuando comenzó todo, sobre todo con el tema de la higiene».

Otro de los retos durante estos días en cualquier hogar del país es la comunicación con amigos y la familia, que la realizan a través de videoconferencias: «Hablamos con la familia y con los abuelos; cuando hacemos llamadas en grupo de toda la familia apenas nos entendemos hablando todos», pero siempre con buen humo,r que no falta en la casa de Paco y Abigail, como la de cualquier hogar de España durante estos días. «El papel de payaso lo asumimos todos, el sentido del humor no lo hemos perdido», asegura Paco.