«Es como una gripe». Parecía que no iba a pasar nada cuando el coronavirus comenzaba a expandirse por China. Ahora que el Covid-19 ya está en España, la realidad se ha impuesto, obligando a todos los ciudadanos a confinarse en sus casas para evitar que el virus siga contagiando. El peligro no es pasar los síntomas de la gripe, sino en que hay una parte importante esencial de la población que puede que no lo supere. Son los mayores, siempre grupo de riesgo, que aún tienen mucho que vivir, o al menos están dispuestos a intentarlo.

«No nos queremos morir». Así de claro se lo dicen a los trabajadores del servicio de Teleasistencia de la Región de Murcia. Llaman preocupados ante las noticias de la pandemia que ven por televisión, muchas veces su única compañía. Antes tenían a su familia, pero las recomendaciones de las autoridades sanitarias son claras: evitar el contacto y mantener la distancia social a toda costa. «Lo que más echo de menos es ver a mis nietos», es otra de las frases más repetidas al teléfono de este servicio del Instituto Murciano de Acción Social (IMAS).

Aunque todos saben que no deben salir de casa para evitar contagiarse, no son pocos los que violan la norma, a veces, sin motivo de fuerza mayor. Antonio, de 84 años, bajó ayer a comprar lotería y, para su disgusto, se encontró el quiosco de la ONCE cerrado. «Menos mal que también tenía que echar el plástico, si no...», comentaba. Vive con su mujer, de 80 años, y se hacen compañía esta cuarentena: «Hacemos la compra una vez a la semana y con eso nos sobra. Las salidas ya estaban muy circunstanciales».

Pepa hace cola -de hasta veinte minutos- para entrar en el Reina Sofía. Tiene que hacerse un preoperatorio para una intervención en la retina. «No queremos estar mucho tiempo en la consulta, pero nos dijeron que tengo prioridad 1 y no anularon la cita», explica acompañada de su marido. Antes de pasar le recuerdan que debería haber ido sola. Un poco más adelante, Rosa empuja la silla de ruedas de su hija María, que tiene un problema de reumatología. «La doctora la espera en planta para ingresarla. Tiene una enfermedad de riesgo y debería haber un protocolo para que no tuviera que esperar en la calle». No todas las razones para saltarse la cuarentena son iguales.