Cuando un padre o una madre buscan a una persona con la que dejar a sus hijos, lo normal es que piensen en una mujer. Es el hábito y eso es difícil cambiarlo, pero «con los tiempos está cambiando la dinámica», afirma Santiago Artés Alfonso, un joven murciano de 24 años que tiene bastante experiencia con niños. «He estado tres años cuidando a un niño de lunes a viernes durante dos horas al día. Yo lo recogía del colegio Maristas, lo llevaba a su casa y le preparaba la comida, ya que su madre llegaba a las 15.30 horas de trabajar», comenta Santiago.

Además, su familia siempre ha contado con él para cuidar a los recién nacidos. El último, su sobrino Jaime, que tiene menos de un año. «Le doy el biberón, le cambio... no tengo ningún problema», afirma resuelto.

En la actualidad, está terminando un curso de Marketing Digital a Distancia -ya sacó el Grado Superior de Marketing y Publicidad- y está pensando en buscar trabajo como canguro tras el cierre de los colegios y guarderías a partir de mañana. El problema, no obstante, está «en que aún hay mucho estigma».

Para este joven, ser cuidador hombre es tan válido como ser una mujer, incluso no tiene problemas en reconocer que tiene «mucha más experiencia» que otras candidatas. Al fin y al cabo, los chicos comparten «más aficiones con los niños que las chicas», tal y como ha podido comprobar él mismo con los niños de los que se ha hecho cargo. Él también rompe un techo de cristal.