Sin mascarillas, sin guantes y manteniendo la calma. Así paseaban algunos habitantes y turistas durante la jornada de ayer tanto en Cabo de Palos como en La Manga del Mar Menor, donde se respiraba cierta normalidad (dentro de lo que cabía) entre los vecinos que circulaban por diferentes puntos de la zona costera a pesar de la crisis sanitaria del coronavirus. Querían aparentar normalidad. Pero la presencia de gente con mascarillas y cargando carros de la compra hasta los topes lo ponía difícil. Tras la decisión del confinamiento de los municipios costeros por parte del Gobierno regional por la llegada masiva de madrileños (procedentes del mayor foco de la pandemia en España) a la costa, en las calles de La Manga se podían ver bastantes vehículos circulando en ambos sentidos; también ciclistas, deportistas haciendo footing y ciudadanos paseando incluso a orillas del Mar Menor.

Algunos vecinos de Cabo de Palos como Emilio Abellán, aseguraban que «todo está bien» y que la situación «no es para tanto». Del mismo modo, Eva Hernández, habitante de La Manga ratificaba que «es más la sugestión de la gente y el pánico colectivo que otra cosa», por lo que acudía paseando con normalidad al supermercado aunque apelaba al «sentido común» y reprochaba al resto de sus convecinos que «agoten la mayoría de productos en menos de una hora».

Y es que el tránsito en el principal supermercado de Cabo de Palos desde primer hora de la mañana era muy significativo. Entre los clientes del mismo establecimiento también se encontraba una mujer madrileña que llegó a la Región hace una semana y que prefirió no dar su nombre «para evitar problemas», aseverando que si se ha trasladado hasta el municipio costero con su familia «no ha sido por gusto», sino más bien por miedo «a contagiarnos en Madrid, donde hay muchos más casos».

Un ambiente parecido se respiraba en los kilómetros del interior de La Manga, donde la única diferencia notable era el cierre de los bares y establecimientos comerciales, que no impidió el trasiego de habitantes. Como Adrián García, quien aseguraba sentirse «afortunado» de vivir en La Manga.

«No estoy quedando con ningún amigo ni familiar durante estos días, pero salgo a dar largos paseos con mi perro por la playa, eso es un lujo que no te puedes permitir si vives en un núcleo de población urbano», explicó. Aún así, reprochaba a los ciudadanos de la capital que han acudido hasta La Manga estos días «una gran falta de responsabilidad y solidaridad», al tiempo que sostenía que «es muy egoísta por su parte trasladarse a la Región sin saber si tienen coronavirus».

Una opinión muy diferente a la de Jorge Pérez-Cuadrado, que reflexionaba acerca de la multitudinaria llegada de madrileños desde su bicicleta: «Habría que vernos a nosotros en una situación así, probablemente también nos vendríamos a una ciudad costera más pequeña y tranquila si tuviéramos la oportunidad».

No obstante, Jorge Pérez-Cuadrado aseguró estar «cumpliendo todas las medidas de prevención, por si acaso».