La Croem advierte de que el impacto potencial del coronavirus "ya es relevante" en la Región. La patronal señala que aunque resulta aventurado adelantar cuál será la repercusión real de la epidemia, considera que "preocupa especialmente en los sectores más relacionados con el comercio internacional y el turismo; pero, más allá de la economía, es evidente el riesgo que supone para la población, por lo que cualquier medida de prevención es poca".

Los empresarios hacen un llamamiento a la responsabilidad para que se establezcan protocolos "siempre coordinados con empresarios y sindicatos, de manera que se eviten incertidumbres y alarmas innecesarias y se sigan las pautas que marcan las autoridades sanitarias".

Así lo recoge el último 'Boletín de Coyuntura' que elabora el Departamento de Economía de Croem, correspondiente al último trimestre de 2019.

En este informe se destaca que el turismo "necesita de la implicación y del total apoyo en unos momentos complicados para el mismo; sin olvidar la necesaria recuperación del Mar Menor como uno de los buques insignia de la Región".

Señala que tras el año 2018, en la que la desaceleración de la economía regional "fue más intensa de lo inicialmente esperado, en 2019 se vuelve a tasas más acordes con el que debería ser su potencial a medio plazo".

La economía regional fue acelerando su tasa de actividad en el primer semestre, para estabilizarlo a partir de entonces, de modo que para el conjunto del año se podría haber logrado un crecimiento en torno al 2%, a falta de confirmación oficial por parte del INE.

Se trata de una cifra "contenida", mejor que la del año anterior, pero lejana a las que se alcanzaron en los primeros años de la recuperación económica. Además, esta evolución "ni ha sido homogénea en los distintos sectores ni está exenta de riesgos", dice la patronal.

Por una parte, destaca la aportación del sector industrial y de la actividad terciaria, esta última impulsada por las ramas turísticas y comerciales, beneficiadas por la contención de precios.

En cambio, se percibe un "estancamiento" en construcción -especialmente en su variable residencial- y un "debilitamiento" de la agricultura, visible sobre todo en la campaña vegetal, "muy lastrada por diversos condicionantes".

El principal, advierte, "la falta de recursos hídricos, que hace hoy más necesarias que nunca las aportaciones del trasvase Tajo-Segura, cuya continuidad es obligada para la supervivencia de la industria agroalimentaria regional". Esta situación "debe resolverse de inmediato y no ser una lacra gobierno tras gobierno".

Por otra parte, la evolución reciente y futura de la economía regional "está determinada por una serie de factores de riesgo que pueden ejercer una presión bajista".

Entre los que resultaban previsibles se encuentran "un déficit elevado que precisa de un gran compromiso para controlarlo y hacer más eficientes las administraciones con un ajuste del gasto más racional, una deuda incontrolada que debe cambiar de rumbo y un injusto sistema de financiación autonómica necesitado de un nuevo pacto que no admite más demora".

A estas circunstancias se unen "los menores vientos de cola externos que habían impulsado la economía regional durante el pasado reciente".

Pero también varios determinantes intrínsecos que requieren medidas concretas: los problemas estructurales de la agricultura (hídricos, medioambientales y de regulación de mercados, entre otros); la volatilidad manufacturera, que adolece de un plan industrial; o las limitaciones en la rentabilidad de establecimientos turísticos, por citar algunos.