Desde el año 1962 la Política Agraria Común ha ido definiendo el modelo de agricultura que queríamos en Europa, al mismo tiempo que ha tenido una influencia decisiva sobre la alimentación que consumimos y sobre el medio ambiente que disfrutamos. En estos 60 años Europa ha pasado de ser deficitaria en la producción de alimentos a poseer una balanza comercial positiva.

En este mismo intervalo, las familias europeas han pasado de dedicar casi la mitad de su presupuesto a alimentarse a que estos bienes representen menos de una quinta parte de su gasto.

Tenemos el modelo de producción más respetuoso con el medio ambiente, siendo la normativa europea muy exigente en cuanto a los agroquímicos que pueden ser utilizados, y condicionando una parte importante de las ayudas a la implementación en las explotaciones agrarias de medidas de cultivo respetuosas con el entorno.

Se han establecido una serie de controles que aseguran la calidad sanitaria de los alimentos a lo largo de toda la cadena de producción y transformación. Y se han potenciado figuras como las denominaciones de origen y las indicaciones geográficas protegidas que ponen en valor productos de alta calidad vinculados a los territorios.

Al mismo tiempo, se ha consolidado un modelo de producción agraria basado en explotaciones familiares, que consiguen retener a la población en las zonas rurales, y en estructuras cooperativas que democratizan el reparto del valor creado a lo largo de toda la cadena. Y que también generan desarrollo al establecer sus estructuras de transformación y comercialización en las comarcas agrarias.

Consideramos que mantener el sistema agroalimentario europeo es vital para garantizar una alimentación de calidad y para conservar un adecuado, atractivo y diverso medioambiente.Por todo ello, creemos que debemos intensificar los esfuerzos, que desde el sector se tienen que hacer, para mostrar a los ciudadanos europeos el resultado que se obtiene con los recursos públicos que se ponen a disposición de los agricultores.

En un momento en el que los recursos financieros son escasos, y que se plantea la necesidad de una redistribución de los mismos entre las diferentes partidas presupuestarias de la UE, reducir el importe que se destina a la PAC puede suponer el progresivo desmantelamiento del mejor modelo de producción de alimentos que existe actualmente en el Planeta.

Desde Cajamar siempre hemos dedicado la mayor parte de nuestros recursos a apoyar al sector agroalimentario. A través de actividades de I+D+i, de estudios y publicaciones y de la formación empresarial hemos buscado la profesionalización de los diferentes agentes que intervienen. Y con la celebración de distintos tipos de jornadas queremos contribuir a poner en valor el papel que la agricultura tiene para el conjunto de la sociedad.

Entre los servicios financieros que hemos desarrollado, siendo conscientes de lo importantes que son las ayudas de la PAC para los agricultores, desde Cajamar siempre los hemos acompañado en la gestión de los trámites necesarios para la cumplimentación anual de las solicitudes y, cuando ha sido necesario, le hemos anticipado los importes requeridos.

Para ello contamos con un área específica integrada por especialistas en el sector agrario. También hemos suscrito convenios de colaboración con organizaciones profesionales agrarias, cooperativas y gabinetes especializados para poder asegurar el servicio más completo a nuestros clientes y asociados. Siendo conscientes de que la presencia física sigue siendo muy importante para atender adecuadamente a los clientes de este sector, durante los últimos años estamos desarrollando una política de apertura de oficinas allí donde el sector agroalimentario es la principal actividad del territorio.