El otro día estuve en una de las tertulias de las que, en emisoras de radio o en la televisión, suelo atender. Al salir, le pregunté a uno de los tertulianos, y, sin embargo, amigo, qué le había parecido lo que yo había dicho, y él me respondió que había estado bien, que una visión como la mía basada en la experiencia y en los recuerdos daba una opinión distinta a las de los demás. Entonces repasé en mi memoria a los que habíamos estado allí, largando, y me di cuenta de que al que menos diferencia de edad tenía conmigo le sacaba yo 20 años, y que había allí personal al que le sacaba 30, e, incluso, puede ser que a uno de ellos le sacara 40, que se dice muy pronto.

Después analicé la frase que me había respondido el tertuliano y esa referencia a los 'recuerdos y a la 'experiencia'. '¿Será posible que me esté convirtiendo en un abuelo Cebolleta que cuenta batallitas e historias de la puta mili?', me pregunte a mí mismo con bastante preocupación. De inmediato, miré en mi ordenador y repasé los últimos artículos escritos aquí y, gracias sea dadas al Altísimo, comprobé que todos eran comentarios de actualidad, de lo que está pasando ahora mismo. (También me di cuenta de que algunos de ellos tenían bastante mala leche y prometí corregirme). Lo cierto es que, después de 46 años de escribir ininterrumpidamente en los periódicos (tenía 12 cuando empecé; 46 + 12, 58, los que tengo. ¿O no? Quizás sean más, porque mi primer artículo de opinión lo escribí en el periódico Línea, Franco estaba vivo y yo ya tenía 3 hijos) es muy raro que pueda escribir algo que no se refiera a la actualidad, porque en lo que se refiere a mi vida personal todo lo que tenía que escribir lo he escrito ya.

Pero el problema persiste. ¿Cómo puede un ser humano tan mayor como yo no hallar referencias en su propia historia a todo lo que dice cualquiera? No sé si alguno de ustedes habrá leído El entremés de los habladores, de Cervantes. En él, se repite la misma escena una y otra vez: una persona dice una palabra: 'primos', por ejemplo, y el otro personaje lo interrumpe diciendo: ''Primos dijo usted, y dijo bien: hay primos carnales y primos segundos, primos lejanos,?' y durante un buen rato diserta sobre los primos hasta que el otro lo interrumpe con otra palabra cualquiera y vuelve a ocurrir lo mismo. De cualquier cosa el personaje tiene algo que decir, opinión y eso, como yo.

Y así va la cosa. Nosotros, los que no ya peinamos canas, sino que tenemos el pelo blanco, guardamos en nuestra memoria un archivo para cada situación, una aportación para cada idea que surja a nuestro alrededor. Es decir, que corremos el peligro de ponernos pesados a cada momento. Aunque también disfrutamos de algunas ventajas, por ejemplo, la de poder detectar las tonterías o las faltas de sentido común del personal con más facilidad que otros, pues hemos podido ver en diversas ocasiones el recorrido que tienen algunas ideas de las que se exponen.

Sin embargo, hay personas que todavía pueden sorprendernos, ideas ante las que no tenemos resortes que salten, o algo que decir que no sea un exabrupto, y esta semana se han dado al menos tres: el comentario de la consejera Ana Martínez Vidal sobre el AVE y el coronavirus, la ruptura por parte de Vox del consenso entre partidos para suscribir un comunicado conjunto en la Asamblea Regional de todos los partidos en el Día de la Mujer y, en tercer lugar, el que precisamente por ese día se produzcan dos manifestaciones feministas separadas en Murcia porque las dos organizaciones que las convocan no se han puesto de acuerdo para ir unidas. Son cuestiones estas sobre las que es muy difícil tener una opinión ya preparada. Y, si la tienes, te la callas. Por no ofender.