Sincera. Esa sería la palabra que mejor describe a Susana Cruz que, aunque vive las mieles del éxito diseñando joyas, no oculta lo duro que es ser emprendedora, tanto que a veces se imagina con un trabajo convencional, a la vez que anima a las niñas que visitan su taller a que persigan sus sueños. Con su estudio Suma Cruz en Madrid, está muy vinculada a Cartagena, ya que su padre es el director del ISEN desde hace más de una década.

¿Es fácil ser emprendedora?

¡Es durísimo! Es algo que yo no suelo recomendar. De hecho, muchas veces digo que si volviese a empezar igual no lo haría. Puede sonar tremendo. Yo ahora mismo estoy en un momento de éxito, pero sigo dejando muchísimas cosas de lado. Y eso no se ve. Sólo se ve el éxito. A veces me encantaría trabajar para otro.

¿Cómo surgió la idea de hacerse diseñadora?

Lo he tenido claro desde que era pequeñita. Con seis años ya lo sabía. Teníamos una perra que se llamaba Suma y ya sabía que ese sería el nombre de mi marca.

¿Apuntaba maneras?

En el colegio suspendía todo excepto Arte, Dibujo, Pretecnología... Era lo que me gustaba. También es cierto que uno de mis abuelos era joyero y el otro arquitecto. Algo tiene que haber en los genes. Mis padres me fomentaron muchísimo la cultura, no tanto el dibujo, pero sí que íbamos mucho a museos. De pequeña lo detestaba, pero ahora lo agradezco. Creo que todo eso fue fraguando.

¿Cuándo se convierte en una opción de trabajo?

Empecé la carrera de Historia, pero no la terminé. Hice diseño de moda y a continuación me puse a trabajar en una ONG de diseño, que me encantaba y, a la vez, trabajaba como estilista en revistas. Llegó un momento en que decidí que me quería estabilizar y decidí intentarlo. Poco a poco lo fui consiguiendo. Contándolo parece sencillo pero es duro. ¡Sólo tengo sueldo desde hace seis años y la empresa tiene doce!

¿Cuándo se profesionaliza?

Fue muy rápido y en un año, en un buen momento. No me gusta presumir pero creo que soy buena en mirar al futuro y descubrir tendencias que se van a poner de moda. Me empezaron a llamar amigas de amigas y gente que no conocía y fui creciendo sin darme cuenta.

Entre sus clientas está la Reina Letizia...

Sí. La verdad es que tengo grandes clientas.

¿Qué le podríamos decir a las niñas que sueñan con hacer algo como usted?

Estamos haciendo algo parecido a convenios con colegios gracias a los cuales vienen al estudio niñas de 12 años en adelante que quieren ser diseñadoras. Están una semana con nosotras, ven cómo funciona una empresa de modas desde dentro. Yo animo a todo el mundo a que siga sus sueños, pero esto no es el sueño americano.

¿De qué está más orgullosa?

Del equipo que he formado. De que hay un mogollón de gente que vive de Suma. ¡No me lo creo!