El terremoto de Lorca de 2011 fue un punto de inflexión para los geólogos que en España estudian la actividad sísmica de la falla de Alhama. Este seísmo de hace nueve años tuvo una magnitud de 5,1, y le precedieron movimientos de tierra de 3,9 grados y un terremoto previo de 4,5 grados. Sin embargo, los estudios realizados tanto por el Instituto Geológico y Minero de España como por expertos de la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Politécnica de Madrid han determinado que la falla de Alhama de Murcia tiene la capacidad de «disparar terremotos de magnitud 6», incluso puede llegar a 6,7 grados, según las evidencia geológicas y la serie histórica de la zona.

Esta capacidad es «incuestionable» para el investigador Raúl Pérez, que subraya que lo que se necesita ahora «es saber qué datos podemos obtener de la geología, de la geodesia y de la geofísica, y cuáles son los sectores que podían disparar esos terremotos de magnitud 6 y qué áreas se podían ver más afectadas». Para el investigador del IGME es clara la idea de que un terremoto de tal magnitud «acabaría con todo». Estudian ahora la cantidad de deformación que se está acumulando por sectores en la falla.

Y es que los movimientos de la falla, su deformación, no son muy elevados: «hablamos de milímetro por año». El empuje de la placa tectónica africana está afectando a la falla de Alhama. Estos investigadores analizan la magnitud de un hipotético seísmo a partir de datos geológicos («la energía liberada por los efectos geológicos») y los estudios paleosísmicos. «Medimos el gradiente geotérmico, que consiste en cómo varía la temperatura con la profundidad, nos da información sobre el flujo de calor, el cual se relaciona directamente con la energía que tiene la falla y su potencial sismogenético».

La temperatura en el sondeo ha dado valores de 27,6 grados a 167 metros de profundidad. Este flujo de calor es el responsable de que aparezcan tantas fuentes termales en la zona, como los baños de Alhama de Murcia y los antiguos y hoy abandonados baños de Carraclaca, según concluye el geólogo.