Ana Aledo, de 21 años, es estudiante de tercero de Administración y Dirección de Empresas y Derecho en la UCAM, y este curso está de Erasmus en la ciudad de Bolonia, ubicada en la región norteña de Emilia-Romaña. Preguntada por cómo siguen viviendo el asunto del coronavirus, indica que «al menos en Bolonia se están yendo cada vez más y más estudiantes, ahora lo raro es quedarse en Bolonia».

«Y entre que no hay clases, gimnasios, discotecas y demás y cada vez hay muchos menos estudiantes allí no hay mucho plan», precisa la joven. Aledo destaca que «ya que esta semana han cancelado las clases, hemos supuesto que la semana que viene será igual porque parece que se va expandir más así que nos tomamos unas vacaciones por España». «Estoy volviendo con una chica de Murcia, un chico de Murcia y una chica de Jaén. Y el único problema que hemos tenido para volver son los precios de los billetes de avión y las escalas». Esperamos estar de vuelta a la normalidad la semana que viene».

Por su parte, Javier Bermejo, de 26 años, cartagenero que reside en el pueblo de Camisano Vicentino, muy cerca de Padua, relata que «hay pueblos que están siendo cortados». «Véneto y Lombardía son las regiones más afectadas, y yo estoy en Véneto», apunta, a lo que añade que «hay un producto que se llama Amuchina, que es un gel antibacteriano de manos que es imposible de encontrar».

«La gente lo vende en sitios de Internet carísimo», asegura, a lo que añade que esto le parece «un poco absurdo». Una persona lo llega a ofrecer por 65.000 euros en un portal.

Bermejo cuenta que en Italia «la gente está tomando bastantes precauciones y se está haciendo con pasta y con todos los alimentos no perecederos que pueden». «Es solo una gripe fuertecilla, pero la gente ha entrado en modo pánico», lamenta. Pese a esto, manifiesta que Camisano Vicentino «está muy tranquilo».