La vida de los estudiantes murcianos en las regiones del norte de Italia discurre estos días entre la tranquilidad, la incertidumbre por no saber qué pasará con el coronavirus y el miedo. No lo ocultan algunos de ellos, el temor al virus Covid-19 ha provocado que muchos estudiantes de Erasmus regresen a casa. Muchos, en el ecuador de su estancia de formación en el extranjero, han decidido hacer un parón hasta que todo se vuelva a tranquilizar. La muerte de seis personas y más de 220 personas infectadas por el coronavirus en el norte de Italia, cuya llegada y expansión en este territorio todavía no está esclarecida, está siendo el único tema que tratan estos días los alumnos de las universidades de Murcia, la politécnica de Cartagena y la privada de San Antonio en Italia.

En total, 127 alumnos de las tres universidades de la Región de Murcia están estudiando este curso con una beca Erasmus en alguna universidad del norte de Italia. Este cuatrimestre hay 207 estudiantes de la Universidad de Murcia en Italia, «58 de ellos en las universidades de la zona norte, la afectada hasta el momento por el brote de coronavirus». En concreto, la mayoría de ellos está en las ciudades de Bérgamo, Bolonia, Ferrara, Génova, Milán, Pavia, Turín, Trieste, Udine y Verona. La UPCT mantiene a 20 alumnos en Italia, 18 de ellos en ciudades norteñas como Bolonia, Genova, Padua, Pisa, Turín, Trieste y Verona. La UCAM, por su parte, tiene a 51 alumnos en las universidades del norte.

«Los españoles tenemos más miedo por todo lo que escuchamos por la calle», señala Ángela Gómez, de 22 años y estudiante de Arquitectura en la UPCT que cursa un cuatrimestre en la universidad politécnica de Turín, ciudad perteneciente a la región de Piamonte, donde ya se han detectado contagios. Esta semana se han cancelado sus clases en la universidad y también los exámenes como medida preventiva. Ángela termina este mismo viernes su Erasmus y ha decidido volar de regreso a España desde Turín y no desde Milán para evitar una ciudad que ya registra más de 150 contagios y varios fallecidos: «Quiero evitar las aglomeraciones en el aeropuerto de Milán, allí hay mucha gente infectada». No quedan mascarillas ni gel desinfectante en las farmacias, pero en los supermercados, de momento, ha podido hacer compra normal. Su universidad mandó un comunicado este fin de semana avisando del cierre en todas sus instalaciones y señala que los nuevos compañeros españoles que se quedarán en su piso este último cuatrimestre del curso llegan «asustados y sin saber qué hacer».

En Bolonia, en la región norteña de Emilia-Romaña, Ana Aledo, estudiante de 21 años de Administración y Dirección de Empresas y Derecho en la UCAM, vive pendiente de las noticias pero señala la «normalidad de la ciudad» estos días. Está de Erasmus en su tercer curso y se quedará todo el año: «Mi familia me ha dicho que esté tranquila. Hasta el 1 de marzo no tendré clases porque están suspendidas por precaución pero todo está normal en Bolonia. También me han suspendido las actividades del Erasmus y han cerrado mi gimnasio». Los parques llenos de gente y no a muchas personas se les ve con mascarillas por la calle, señala. Tiene amigos españoles que se marchan de nuevo a España ante el temor de que se expanda el coronavirus, «entre ellos uno murciano», añade. «Si vemos que se cierran las fronteras sí volvería, pero de momento es innecesario».

Luis Ortega, 21 años y estudiante de Arquitectura de la UPCT, estuvo la pasada semana en los famosos carnavales de Venecia, cuya programación han suspendido para lo que resta de fiesta por el coronavirus. Estudia en Padua y afirma que algunos familiares le han pedido que vuelva. «Yo estoy tranquilo, si fuera a más el virus, no sé qué haría».

Ana María Galiana, profesora alicantina que lleva 27 años viviendo en Treviso, en la región de Véneto, tiene a su familia murciana preocupada. Docente de español e historia del arte en esta ciudad italiana, señala que padeció hace dos años el virus del Nilo Occidental que le provocó encefalitis y estuvo ingresada en un hospital durante dos semanas. Su preocupación con el coronavirus es «muchísima» y de momento sale lo justo de casa ya que además han suspendido las clases en su centro escolar. El pasado 20 de febrero viajó desde Valencia a Italia y comenta que en el aeropuerto le tomaron la temperatura con un termómetro láser para descartar fiebre, uno de los síntomas del coronavirus. «Hay personas que se lo están tomando muy a la ligera y bromean con el tema del virus. Otros en cambio que están muy alarmados», remarca.