Bombas de aviación, granadas de mano y libros-bomba se acumulan en el taller de la Comandancia de Murcia donde se quedan los distintos artefactos que se desactivan y no se destruyen en su totalidad. «Pasa a ser hierro sin peligro y llegará un momento en que pasará a una fundición», explican los expertos del TEDAX de la Guardia Civil de la Región

Los Técnicos en Desactivación de Artefactos Explosivos y de Naturaleza Nuclear, Radiológico, Biológico y Químico (NRBQ) llevaron a cabo el año pasado miles de actuaciones en las que recogieron o neutralizaron cohetes granífugos, detonadores, cartuchos, bengalas y proyectiles de artillería, entre otros artefactos. Encontraron hasta TATP, el tipo de explosivo que utiliza el Estado Islámico, que fue empleado en Albacete por una banda que reventaba cajeros automáticos. En los apenas dos meses que van del presente año 2020 ya se han producido una decena de actuaciones, entre hallazgos y destrucciones de material.

«Se ha mandado mucho correo postal explosivo y se sigue mandando», comenta Juan Pedro Alcaraz, jefe de los TEDAX en la Región, mientras sostiene en sus manos uno de esos libros-bomba de antaño, ya inofensivo. «Estamos hablando de ETA», puntualiza, a lo que añade que «posteriormente, grupos anarquistas han mandado también paquetes bomba». También hay en el taller una pistola para clavar clavos antiguos. «Se le metía la bala y metías el clavo, es para clavar en hormigón armado y dispara solo cuando el seguro está presionado», detalla el guardia civil.

Alcaraz explica que, entre todos los artefactos, «las bengalas de fósforo son lo más peligroso que hay». «Se utilizan en maniobras militares, la carga es fósforo blanco y reacciona con el aire cuando se seca: si te cae un trozo en la mano, te la atraviesa», manifiesta el experto.

Desde la Benemérita quieren incidir en «el riesgo que tiene la manipulación de todas estas cosas», puesto que «todos estos artefactos que aparecen no se sabe si tienen carga o no».

En este sentido, piden a los ciudadanos que hallen uno «que sigan colaborando, pero queremos que sean conscientes del riesgo que tienen si lo manipulan», por lo que el modo de proceder ha de ser «verlo y llamar al 062, pero no tocar nada».

«Todo el que tenga sustancias peligrosas, hoy por hoy las retiramos gratis, no cobramos por nada. Nosotros nos encargamos de retirarlas y de evitar que haya riesgo», deja claro el experto.

«Es fundamental que el ciudadano, sin alarmismo, sepa el riesgo que genera manipular artefactos de estos», reitera, y dice que en el Cuerpo están «encantados y agradecidos con la colaboración que nos prestan, pero lo mejor que pueden hacer es no tocar y avisar al 062».

En la Región de Murcia hay tres especialistas TEDAX, que trabajan muchas veces en colaboración con los guías caninos. «Los perros se adiestran para que, cuando detecten el olor de un explosivo, se sienten. Si arañaran, habría peligro», detallan los expertos. Es el caso de una perra, de nombre Huba, que tiene diez años y desde siempre se ha especializado en explosivos.

Los TEDAX son conscientes de que en tierras murcianas «quedan muchísimos» artefactos explosivos por encontrar. «Quedarán miles», calcula Alcaraz, algunos de ellos de procedencia militar.

«El riesgo de estos artefactos es que todos tienen carga», precisa el experto, que recuerda que «hemos destruido proyectiles de la Guerra Cantonal del 1873 y han funcionado». «Fue una guerra en la que Región se levantó en armas y hubo una sublevación que se quedó en la zona de Cartagena. Proyectiles de esos pueden seguir apareciendo», subraya.

En la misma zona «han aparecido proyectiles, la gran mayoría son de la Guerra Civil», puesto que «en Cartagena se tiraron más kilos de explosivos que en Guernica». En la ciudad portuaria «estaba la base republicana naval», mientras que «la base aérea del bando nacional estaba en Baleares». «Los aviones venían de allí y muchos, porque tenían familia en Cartagena, descargaban antes. En el Campo de Cartagena han aparecido muchos e imagino que habrá más».

También cita el agente el caso de «gente que se ha metido a buscar chatarra a zonas militares y se lleva artefactos».

Para trabajar, el Cuerpo cuenta con un robot que se llama Miura, pesa 600 kilos y «lo que hace es que nos permite trabajar a distancia», precisa Alcaraz. «Él no hace nada, lo hacemos nosotros con el ordenador y le vamos pidiendo las funciones», remarca el guardia civil, a lo que añade que la función del robot es «ser nuestros ojos y nuestras manos a distancia». «Es una forma de protegernos. Porque el objetivo fundamental de la Guardia Civil es evitar el riesgo en las personas», resalta.

Y no solo en las personas. Alcaraz comenta que «también intentamos evitar el riesgo en el perro, por lo que «lo utilizamos más en búsquedas en las que no hay nada definido. Cuando tenemos una amenaza definida, la damos como válida» y actúa el robot, que es «tecnología cien por cien española, la empresa está en Teruel».

Miura porta una escopeta y «lleva una pinza que tiene una fuerza tremenda: puede clavarse en un coche y abrir un agujero en él para ver lo que hay dentro», manifiesta el jefe de los TEDAX. Este robot tiene unos años. «El anterior lo tuvimos casi 30 años», rememora el experto.

También trabajan con artefactos simulados, como el que dejaron en Navidad en la puerta del centro de menores extranjeros no acompañados de Alhama de Murcia y otro que apareció en una mina en la zona de Mazarrón. Muchas veces son exactamente iguales que uno real, aunque no llevan carga, por lo que el protocolo de actuación se activa.

Por otro lado, Juan Pedro Alcaraz alerta de los peligros de la pirotecnica y comenta que «casi todos los accidentes que hay en la fabricación de explosivos son en las pirotécnicas». «Este material crea unos cristales con el tiempo que lo hacen más sensible». Además, «hay cohetes que se le tiran a las nubes que son súper peligrosos. Hace unos años un compañero perdió la mano con un cohete granífugo», lamenta, al tiempo que recuerda que en la Región «está prohibido tirarlos desde hace unos años», pese a lo cual «siguen apareciendo».

Opina Alcaraz que «lo mejor que tiene nuestro día es que no es nada rutinario, eso es lo que más nos gusta a todos».

«No solo nos dedicamos a estar cuando nos llaman: una parte importante es de apoyo y formación al resto de unidades, trasladarles el riesgo de cómo deben actuar en una situación de este tipo», subraya el agente, a lo que añade que «lo que hacemos mucho son reconocimientos preventivos».

Concreta que se trata de «reconocer zonas potencialmente peligrosas», con «reconocimientos periódicos para ver que no hay nada peligroso» o actuaciones puntuales «cuando vienen autoridades, todos los itinerarios que hacen... todo lleva un trabajo de seguridad». Asimismo, «periódicamente hacemos reconocimientos en el aeropuerto, que es uno de los sitios donde más trabajo se realiza».

Esta unidad se crea en la Región en 1977. «Yo empiezo a trabajar aquí en el 85 y destinado en el 92, siempre en TEDAX», comenta Alcaraz, que califica de «pasión» este trabajo.

«Terminas un trabajo en el que consigues neutralizar el daño que otra persona ha intentado generar, eso es lo más gratificante», precisa.