Cinco exrectores de la Universidad de Murcia (UMU) han recibido este viernes la Medalla de Oro de la institución y también, por primera vez en su historia, se ha dado la Medalla de Honor de la universidad, en concreto, a la Fundación ONCE, por su impulso a la plena inclusión de los estudiantes con discapacidad. En concreto, las medallas se han otorgado, gracias a una reforma del reglamento de la universidad, a José Antonio Lozano Teruel, que ocupó el cargo entre 1980 y 1984; Juan Roca Guillamón, que lo hizo entre 1990 y1994; Juan Monreal Martínez (1994-1998), el actual alcalde de Murcia, José Ballesta (1998-2006) y José Antonio Cobacho Gómez, actual presidente del Consejo Económico y Social (2006 al 2014).

Según ha explicado el actual rector, José Luján, la normativa permite conceder esta distinción a los rectores cuando ha finalizado su mandato y ha pasado además una legislatura, por lo que su antecesor, José Orihuela, la recibirá cuando termine el actual. El acto institucional ha comenzado con la entrega de la Medalla de Honor a la Fundación Once, que ha recogido el presidente del Grupo Social ONCE, Miguel Carballeda, que ha dedicado buena parte de su discurso a poner en valor el papel de la universidad en la plena inclusión de las personas con discapacidad, algo que hace unos años "parecía imposible y hoy es una realidad".

En cuanto a los ex rectores homenajeados, José Antonio Lozano, ha manifestado su «emoción por el tiempo pasado» desde su mandato, desde el que «necesariamente» la institución ha mejorado, aunque ha matizado que «el problema no es si se mejora, sino la velocidad con que se mejora».

Por su parte, Juan Roca, ha coincidido en que la UMU «ha ido a mejor, a mucho mejor» desde su mandato iniciado en 1990, una etapa de «renovación y modernización» para la universidad, que en ese periodo fue la primera institución de la comunidad autónoma en implantar la fibra óptica y el correo electrónico, apostando así por las nuevas tecnologías.

Su sucesor, Juan Monreal, ha subrayado que los cambios en la universidad son «imparables», pero aún así deberían ser «más profundos y más rápidos». Su mandato fue una época muy complicada, puesto que coincidió con la transferencia de las competencias del Estado a las comunidades autónomas, lo que supuso importantes reformas estructurales para la institución y su manera de relacionarse con las administraciones.

En cuanto a José Ballesta, ha recordado con especial cariño dentro de su etapa el nombramiento del pintor murciano Ramón Gaya doctor honoris causa de la UMU, y ha puesto de relieve la importancia de «la apuesta permanente por la educación y la investigación» como la inversión «más importante que puede hacer una sociedad».

Por último, José Cobacho ha recordado que su etapa coincidió con los años de la crisis, lo que supuso una enorme dificultad en la gestión por la falta de fondos, que llegó aparejada de fuertes protestas y una gran convulsión en la institución docente, a pesar de lo cual, dejó la universidad con un remanente de 80 millones de euros.