Loola Pérez (Molina de Segura, 1991) acaba de publicar su segundo libro, 'Maldita feminista', de la editorial Seix Barral. En su camino hacia "un nuevo paradigma sobre la igualdad de sexos", como ella misma explica, distingue entre diez tipos distintos de feminismo, que aparecen en distintos momentos de la historia y nacen de dos tradiciones: feminismo de la igualdad y feminismo de género.

Feminismo liberal

Liberal: Corriente más primigenia (finales del XIX). Define la situación de las mujeres como una desigualdad, evita los términos 'opresión' y 'explotación'. Entre sus contribuciones históricas se encuentra el derecho al voto femenino o la reivindicación de su derecho a la educación. Focalizó sus energías en las reformas de tipo legal, pero no dio respuesta a las discriminaciones relacionadas por la raza, la clase y la sexualidad.

Prosex: Surge a principios de los ochenta en defensa de la libertad sexual de las mujeres y las minorías sexuales, a favor de la libertad de expresión y en contra de la censura y la persecución de la pornografía que proponía la corriente feminista cultural y radical. Relacionado con colectivos en defensa de las trabajadoras sexuales, esta corriente se fragmentó en diversas perspectivas y resulta difícil de homogeneizar.

Disidente: Es una reacción interna y supone una distancia crítica con el discurso feminista establecido. Se manifiesta contra la idea de que vivimos en patriarcado, duda sobre la existencia de una supuesta cultura de la violación o renuncia a la creencia de que las diferencias entre hombres y mujeres son absolutamente sociales o performativas. Se resiste a la corrección política y se mantiene al margen del pensamiento único.

Feminismo de género

Radical: Surge en los movimientos sociales de los años sesenta, sus influencias teóricas provienen sobre todo del materialismo dialéctico, el pensamiento marxista, el psicoanálisis y el anticolonialismo. Pretendió ser una alternativa a las posiciones feministas liberales y replicaron que las mujeres constituían un sexo-clase, señalando que la explotación de la mujer estaba sustentada en una subordinación ahistórica: el patriarcado.

Cultural: Evolución del feminismo radical. De la concepción constructivista de género se pasa a una visión dualista y esencialista del hombre y la mujer. Hay principios femeninos y masculinos, cada uno con diferentes valores. Con el objetivo de crear una cultura femenina alternativa al patriarcado, trataron de exorcizar cualquier atisbo de masculinidad de sus vidas. La sexualidad debe demostrar las convicciones políticas.

TERF: En español, las siglas responden a Feminista Radical Trans Excluyente. Rechazan a las mujeres transexuales porque alteran la dicotomía hombre/mujer y cuestionan el determinismo biológico. Acusan a las transexuales de ser hombres que se reapropian del cuerpo y las experiencias de las «verdaderas» mujeres. Las trans son un peligro para el feminismo porque supuestamente entrañan un riesgo de violación.

De la diferencia: Hay varias manifestaciones. En la francesa, se parte de la concepción de la mujer como otredad y establece la búsqueda de una identidad a través del psicoanálisis. La italiana plantea también la búsqueda de la identidad femenina. La estadounidense apunta a que las mujeres prefieren el vínculo con los demás y el acuerdo pacífico, mientras que los hombres privilegian los derechos y la justicia.

Ecofeminismo: Se remonta a los años sesenta y surge como reacción a la economía capitalista, al considerarla responsable de la crisis ecológica y de los cuidados. Defiende la sintonía de las mujeres con la naturaleza, las luchas pacifistas y el mantenimiento de la vida. Creen que la subordinación de las mujeres y la explotación de la naturaleza responden a un enemigo común: la dominación patriarcal. Critica el militarismo y la ciencia.

Queer: Sus reivindicaciones aparecen en los ochenta, ligadas al impacto del VIH/sida y cercanas al movimiento LGTBI. Responde a una revisión crítica del sujeto del feminismo y al cuestionamiento de las identidades fijas. Rompe con el binarismo de género y la presunción de heterosexualidad. Amplifica las tradicionales demandas feministas, reivindicando no solo la igualdad de los sexos, sino también de los cuerpos.

Poscolonial: Sus reflexiones parten de la crítica a las principales tradiciones feministas (de la igualdad y de género), centradas en los problemas de las mujeres de los países desarrollados. Defienden la denominación del patriarcado transcultural e incorporan un nuevo esquema conceptual basado en la tríada género, raza y clase. Su objetivo es entender cómo el género se relaciona con otros sistemas de opresión y exclusión.