Últimamente le ha dado al personal por tratarnos a los demás cómo si fuéramos poco espabilados, sobre todo en lo que a la política se refiere. Nos cuentan, nos dicen, hablan como si no hubiera más razón que la suya, como si sus convicciones fueran las únicas, y nos transmiten mensajes que no resisten el menor análisis. Como uno es ya viejo zorro - sobre todo, lo primero, lo de viejo - considero que es menester tratar de separar el grano de la paja, sea dicho con perdón, y ver hasta qué punto lo que se expresa como noticia o dato no es más que una cosa que se ha creído uno, o, incluso, un algo que ni siquiera se cree, pero que lo dice porque es lo que le ha dicho su partido, su asesor, o quién sabe si su confesor, para que él, o ella, lo diga, lo proclame, y, si es posible, consiga que lo ponga por escrito un propio, o quizás un ajeno, sin darse cuenta de que le está haciendo un servicio a alguien, sea también dicho con perdón lo de 'hacer un servicio'.

Pongamos por caso el tema de las reivindicaciones de nuestras autoridades regionales ante el Gobierno de España, ese que se está gestando en estos momentos, que está ahí, pariendo vicepresidentes como el trae al mundo conejos. Pues bien, dicen los de aquí que exigen una nueva financiación, que el Mar Menor debe ser atendido sin demora por los sicarios de Pedro Sánchez, que nos tienen que mandar agua por un tubo, el del trasvase, claro, etc., etc. Y el personal escucha estas reivindicaciones y asiente con la cabeza, ¿quién no va a querer que el Mar Menor se salve? Pero, claro, también deberíamos quizás preguntarnos de qué queremos que se salve el Mar Menor; qué males lo aquejan, por qué está así la pobre laguna salada más grande de Europa. ¿Es que tiene la culpa Pedro Sánchez, el creador del multiparto vicepresidencial? Pues, no, señoras y señores.

El Mar Menor está así porque lo han querido los que nos han gobernado la Región durante los últimos veintitantos años, porque no han hecho caso de los avisos que el mar, cuatro desgraciados ecologistas y media docena de plumillas que no tenemos dónde caernos muertos llevamos dando durante muchos, muchos años. Que salía uno diciendo que parecía mucho construir lo que se estaba construyendo, pues un consejero respondía - a mí, en mi estudio - 'esta es nuestra política, cuando vengan otros que hagan la suya'-, y punto.

En lo de la financiación, parece que en España no hubiera gobernado más que el PSOE desde la creación del hombre. Cuando han gobernado, el mismo caso ha hecho el PP a la porquería de financiación que tenemos en la Región de Murcia que el PSOE. Aquí siempre nos ha tocado bailar con la más fea. Y, oiga usted, que da envidia ver las cifras, los marcadores económicos, los logros sociales de otras comunidades comparados con los nuestros. Es que es totalmente injusto que, por nacer en un lugar de España, tengas el doble de posibilidades positivas en todo que por nacer en otro. Pero no olvidemos a Rajoy, por favor, que estaba ahí hace nada, el pobre hombre.

Y, por último, hablemos de las creencias, que eso, ya se sabe, es un sagrado. Ahí no se puede decir nada porque cada uno es cada uno y allá él con lo que se mete en la cabeza, pero no deja de llamar la atención cómo algunos manejan los datos, cómo los retuercen para que se adapten a lo que quieren decir, a lo que quieren introducir en la cabeza al personal.

Algunos, cuando hablan, parecen estar dando un cursillo acelerado de machismo, de homofobia, de catalanofobia, de izquierdafobia, o de Francofilia, de guerracivilismo, o de viva el pasodoble y olé. Mientras que otros te dicen que vayas con cuidado no se te vaya a meter un ultra en el ojo y te deje tuerto, y ven ultras por todos lados, ya ves tú, con lo comedidos que somos los españoles, según hemos podido ver en el debate de investidura. Qué serenidad la de Casado, qué moderación la de Arrimadas, qué modernidad de ideas la de Abascal, qué bestia parda la de Bildu, qué desgraciada la de ERC, qué huevo sin sal Pedro Sánchez, qué revolucionario Pablo Iglesias, tócate la flor María.