Casi ocho de cada diez municipios murcianos han visto aumentada su población en un año. Los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística relativos al Padrón Municipal desvelan que 35 de las 45 localidades de la Región han aumentado su número de residentes en un año. Por contra, son ocho las localides que pierden en número de vecinos de 2018 a 2019, mientras que solo dos (Aledo y Ojós) ‘se han estancado’ y cuentan con el mismo número de habitantes en ambos años.

Y es que haciendo balance por comarcas, sin duda ‘la España vaciada’ salpica de lleno al interior de la Región. Entre los municipios preocupa sobre todo el caso de Moratalla, que tiene la pérdida más significativa, con 115 vecinos menos. Le siguen Abarán, que dice adiós a 66 personas, mientras que Cehegín y Ricote pierden 39 y 37 habitantes, respectivamente.

Así, el Noroeste se lleva la peor parte: exceptuando Caravaca y Calasparra, que ganan 30 y 13 habitantes, respectivamente; Bullas, con 17 menos; Cehegín, con 39 menos; y Moratalla (municipio con más bajas), con hasta 115 personas menos, hacen que la comarca quede muy ‘tocada’ en tan solo un año al perder, en el cómputo global, a 128 habitantes.

La Vega Alta, por su parte, se ‘salva’ gracias a Cieza, ya que ha sumado 99 residentes más. En cambio, Abarán (segundo municipio con mayor descenso), con 66 personas menos; y Blanca, donde se restan otras 25, hacen que en el conjunto global de la comarca solo se hayan sumado ocho personas. La Comarca del Río Mula se libra también del ‘atasco’ gracias al municipio muleño, que gana 93 vecinos. Albudeite y Pliego ganan 12 y 5, respectivamente; mientras que 17 personas han abandonado Campos del Río.

En el Valle de Ricote sorprende especialmente el ‘despegue’ tanto de Archena como de Villanueva del Río Segura. Mientras que el primero suma 248 nuevos inquilinos, el segundo destaca especialmente por incorporar también a otros 152. Destacan los 500 habitantes ‘inamovibles’ de Ojós (localidad con menos población de toda la Región y que ni suma ni pierde vecinos en un año). Por último, Ulea pierde 5 ciudadanos, mientras que en Ricote desciende el número en 37 personas menos.

Además, en estas dos últimas comarcas se concentran los municipios con más pensionistas que cotizantes, por lo que el envejecimiento es otra de las principales problemáticas: Moratalla, Ulea, Albudeite, Ojós, Pliego y Ricote son las localidades más afectadas.

Tendencia positiva

A pesar de estos datos, el aumento de habitantes es una tendencia que destaca a nivel general, ya que la Región ha ganado 15.389 habitantes. La parte más grande ‘del pastel’ se la siguen llevando las grandes ciudades de la Región. Murcia y Cartagena también han mejorado sus cifras de residentes, llegando a los 453.258 y 214.802 personas, respectivamente, según los datos del INE. En tercer lugar, la ‘Ciudad del Sol’, Lorca, pasa a sumar 1.325 inquilinos más; y Molina de Segura, con 926 personas más, continúa creciendo.

Pero especialmente esta tendencia positiva se ha visto reflejada en los pueblos costeros, puesto que todos han ganado población. Águilas, Los Alcázares, Mazarrón, San Javier y San Pedro del Pinatar, entre otras poblaciones, cerraron el pasado año con más población que hace doce meses.

Entre estos municipios es especialmente llamativo el caso de Mazarrón, que en un año ha incrementado la cifra de vecinos en 647 más; también resaltan los 584 más en San Javier o los 464 Los Alcázares.

Así, la Comarca del Mar Menor se sitúa como una de las más ‘agraciadas’. A las cifras de los municipios sanjaviereño (+584), alcazareño (+464), se unen San Pedro y Torre Pacheco, donde se suman 309 y 62 habitantes más, respectivamente.

En la Huerta de Murcia, junto a los 6.076 nuevos nuevos habitantes de la capital del Segura, se añaden los 426 nuevos en Alcantarilla, los 101 en Santomera y 44 más en Beniel. En la Comarca del Campo de Cartagena se han unido 1.576 personas en doce meses, de las cuales 859 son de Cartagena, 399 de Fuente Álamo y 318 de La Unión. El Alto Guadalentín, con Lorca a la cabeza, también avanza notablemente con las 270 personas más empadronadas en Águilas; y las 413 que ha sumado Puerto Lumbreras.

En el Bajo Guadalentín, la importante crecida de Mazarrón contrasta con Aledo, que al igual que Ojós no suma ni resta inquilinos, mientras que Alhama de Murcia gana 420, Totana, 369 y Librilla añade 109 más. Asimismo la Vega Media, donde resalta la cifra de Molina, sigue creciendo, con 222 personas más en Ceutí, 113 en Alguazas, 139 en Lorquí y 96 en Las Torres de Cotillas. La Comarca Oriental aumenta su población a buen ritmo, ya que suma 116 nuevas personas (64 más en Abanilla y 52 más en Fortuna). Igualmente, el Altiplano sigue sumando adeptos, con 53 habitantes más en Jumilla y hasta 198 que se suman en Yecla.

‘Stop España vaciada’

Los núcleos rurales más apartados tanto de la comarca del Noroeste como de Lorca siguen siendo de las zonas que más sufren el despoblamiento a nivel regional, pero a lo largo de los últimos meses ya se han ido poniendo en marcha diferentes iniciativas para plantar cara a esta situación e intentar revertirla. A pesar del gran número de habitantes que posee Lorca, hay que diferenciar entre los que viven en la ciudad y los que lo hacen en pedanías.

Y es que la peor parte se la llevan las pedanías altas, donde la población desciende año tras año. En las pedanías altas como Zarzadilla de Totana apenas quedan 300 personas, cuando en otros tiempos se duplicaba esa cifra. Algo parecido ocurre en Coy, Avilés, Doña Inés, Zarcilla de Ramos o La Paca.

En este caso, para intentar frenar la despoblación se constituyó una asociación denominada Espartaria, que trabaja por el futuro de las tierras altas de Lorca. Consideran que la agricultura y la ganadería no son suficientes para mantener a la gente y piden a gritos otro tipo de iniciativas, como el turismo, aprovechando los recursos naturales de los que disponen estas tierras.

En el Noroeste también se ha intentado frenar la despoblación de sus zonas más alejadas con el turismo rural. En este caso, la experiencia se puso en marcha en Inazares (Moratalla). Cuando el municipio apenas contaba con 60 habitantes se inició el complejo rural más grande de la Región, lo que provocó la construcción de un nuevo restaurante y se logró que el pueblo no acabara por desaparecer.

Así, uno de los efectos colaterales del despoblamiento del medio rural que no se suelen tener en cuenta es el descuido del patrimonio natural. Al desaparecer muchos oficios, como el pastoreo o la limpieza de montes, se ha provocado que se agraven los incendios que ha sufrido la Región en los últimos tiempos, entre otras problemáticas.