El cambio climático es una realidad que podemos comprobar observando el medio que nos rodea. Cada vez llueve menos pero cuando lo hace es de forma torrencial, produciendo graves daños e inundaciones. Los datos tampoco engañan. Naturaleza y seres vivos experimentamos las consecuencias de este fenómeno. Y el agua, uno de los elementos más valiosos del planeta, no escapa de este problema que se agudiza día a día. Un artículo de la revista H2O Magazine informa de que varios estudios y medios revelan cada día nuevos efectos negativos del cambio climático. El cambio climático reducirá hasta un 10% el rendimiento de los cultivos, agudizando los niveles de desnutrición. Según la FAO, Europa debe elevar la producción un 40% antes de 2030 para abastecer de alimentos básicos a una población mundial creciente pero lugares como Polonia, viven una sequía histórica en el 65% de su tierra cultivable. Los expertos alertan de que la puesta en marcha de una estrategia para hacer frente a la sequía se convierte en una «prioridad global», y no sólo de los países del sur de Europa.

Sequía y cambio climático

Sequía y cambios en el calentamiento global van aparejados. El Acuerdo de París de 2015 tenía el objetivo común de evitar que la temperatura del planeta superara los 2ºC con respecto de la época preindustrial en 2100. Reducir el aumento imparable en el termómetro evitaría consecuencias como la extinción de especies, pérdida de litorales o una mayor probabilidad de fenómenos extremos como olas de calor, sequías o inundaciones, como las que ya estamos experimentado. Las previsiones demuestran que la temperatura a nivel global en 2100 aumentaría en 2,6ºC, un horizonte negativo que España alcanzaría incluso 50 años antes.

Entre 2016 y 2017, España aumentó sus emisiones un 4,4%. Según datos del Observatorio de Sostenibilidad, salvo la Comunidad Valenciana, que redujo sus emisiones de efecto invernadero un 0,07%, todas las demás comunidades autónomas de España las aumentaron. Esto significaría que en 2050, se reducirán las precipitaciones en la Península, especialmente, en el cuadrante noroeste alcanzando reducciones máximas en Lugo y Ourense, con más de 500 mm anuales.

Patrón de lluvias

Incluso si los humanos reducen radicalmente las emisiones de gases de efecto invernadero en el corto plazo, importantes regiones productoras de cultivos en el mundo pueden esperar cambios en los patrones de precipitación para 2040. De hecho, algunas regiones ya están sufriendo nuevos regímenes climáticos en comparación con tan solo una generación atrás. El estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, advierte que hasta un 14 por ciento de la tierra dedicada al cultivo de trigo, maíz, arroz y soja será más seca, mientras que hasta un 31 por ciento será más húmeda.

Las regiones más secas incluyen el suroeste de Australia, sur de África, suroeste de América del Sur y el Mediterráneo, según el estudio. Las zonas más húmedas incluyen a Canadá, Rusia, India y el oriente de los Estados Unidos. Los cuatro cultivos en el estudio representan cerca del 40 por ciento del consumo global de calorías y dicen los autores que, independientemente del nivel de mitigación que se logre, todas las regiones -tanto las más húmedas como las más secas- deben invertir en adaptación, y hacerlo de manera urgente en zonas en donde se esperan cambios importantes en las próximas décadas. Sin embargo, en los escenarios con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, la mayoría de las regiones tienen dos o tres décadas más para adaptarse que las regiones en los escenarios con altas emisiones.

Se esperan condiciones más secas para muchos productores importantes de trigo. En Australia, cerca del 27 por ciento de las tierras productoras de trigo experimentarán menos precipitación, en un escenario de emisiones medianas. Argelia (100 por ciento), Marruecos (91 por ciento), Suráfrica (79 por ciento), México (74 por ciento), España (55 por ciento), Chile (40 por ciento), Turquía (28 por ciento), Italia (20 por ciento) y Egipto (15 por ciento) son otros productores importantes que se verán afectados.

Velocidad de vértigo

Un aspecto sorprendente del estudio es lo rápido que está cambiando la precipitación mundial. La línea base de comparación es 20 años que abarcan de 1986 a 2005. Un puñado de regiones ya han cruzado ese promedio ‘histórico’ hacia un régimen de precipitación completamente nuevo, incluidos Rusia, Noruega, Canadá y la Costa Este de los Estados Unidos. El estudio proyecta que hasta un 36% de todo el área de tierra será más húmeda o más seca bajo un escenario de altas emisiones, por lo que la mayoría de cultivos tendrán que adaptarse a las nuevas circunstancias.