Mª Esperanza Sánchez, natural de Cieza, es auxiliar de enfermería y, como hobby, hace bebés reborn. Lleva ya más de una década con esta afición (antes se dedicó a la canción) y ya ha publicado dos libros sobre cómo crear estos muñecos. Ha perdido la cuenta de cuántos bebés han salido ya de sus manos y, dada su trayectoria y pasión por lo que hace, fue nombrada madrina de la I Feria Reborn de Málaga, que se celebróa finales del pasado mes en la citada provincia andaluza.

En esta muestra, con 650 metros cuadrados de exposición, la ciezana firmó ejemplares de sus libros y mostró a su criaturas, tanto de vinilo como de silicona.

«Los muñecos me han gustado muchísimo desde pequeña», comenta a LA OPINIÓN Mª Esperanza, quien explica que «yo he sido hija única y los muñecos han sido mi refugio, siempre he tenido una especial predilección por ellos». Con este bagaje, «hace diez años los descubrí por Internet (a los reborn), decidí indagar más en el tema y empecé en plan autodidacta», rememora.

Tarda «aproximadamente un mes o mes y medio» en hacer un bebé de vinilo, al cual le coloca uno a uno los cabellos, los cuales están hechos de pelo de cabra. «Solamente este proceso dura un par de semanas, dedicándole cuatro o cinco horas diarias», manifiesta la ciezana.

Menos tiempo se precisa si el bebé reborn es de siliciona: desde este verano ha hecho una veintena de este material, calcula.

Los bebés que fabrica Mª Esperanza cuestan entre 500 y 600 euros. «No suelo pasar de ahí», comenta la creadora, al tiempo que precisa que se han llegado a subastar bebés reborn por 22.000 euros. Ella vende los suyos dentro y fuera de la Región de Murcia, incluso en el extranjero.

En cuanto al perfil de personas que compran estas creaciones, Mª Esperanza apunta que hay «de todo tipo: desde mujeres casadas con hijos ya adultos, que echan de menos esa época de tener un bebé, a abuelas que los compran como regalo para la Comunión de sus nietas». A este respecto, la ciezana, madre de dos hijos, remarca que un bebé reborn «no es un juguete, es una obra de arte».

La ciezana cree que «es lógico» que muchas niñas «no sepan apreciar el valor y el mérito de una de estas creaciones», aunque puntualiza que «todos conocemos a niñas especialmente sensibles que se volverían loquitas con uno de estos bebés. Yo misma he sucumbido al deseo de mis hijos de quedarse con uno y es curioso ver cómo tratan a su muñeco reborn de un modo distinto, con otra delicadeza. Y seguro que mas de una hemos pensado: 'Lo que hubiera disfrutado yo de niña con uno de éstos'», manifiesta la autora.

Ahora mismo, Mª Esperanza Sánchez tiene cuatros bebés reborn en su casa: el primero que compró, «con el que me inicié en esto»; uno de silicona «que hice y va a ser las estrella de la exposición en Málaga» y dos reproducciones de cómo eran sus propios hijos cuando eran recién nacidos. «No soy de las que acumulan», dice.

«En otra época se ha tendido a frivolizar con el tema, porque hay personas que se salen de la norma», señala la artista, en referencia a que se ha pintado a las aficionadas (en su gran mayoría son mujeres, explica) a coleccionar muñecos como personas especialmente excéntricas, cuando no es así, considera. Aunque «hay personas que se salen de la norma», dice. «Igual que hay ejecutivos a los que les gusta pegar tiros con balines de colores en el monte», comenta, «y ninguno va vestido de Rambo por la ciudad».

En su web, la creadora da consejos sobre cómo cuidar a estos pequeños. Por ejemplo, « se puede preservar de manchas el cuerpecito de trapo, poniéndole un body de bebé que podremos cambiar cuando queramos».

«Al cogerlo, hacerlo siempre con mimo, nunca tirando de los brazos o las piernas, para evitar que con su peso se descuelguen y se deterioren los engranajes de sus extremidades», comenta.