Hay un viejo refrán que dice 'Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar'. En este caso se trata de la Rugulopterix okamurae, un alga invasora procedente del extremo oriente y que desde su localización en Ceuta y en el Estrecho hace un par de años, se va extendiendo sin pausa por el Mediterráneo. Los últimos datos ya hablan de su posible llegada a la costa granadina, y los científicos advierten que no será extraño que llegue a las costas de la Región más pronto que tarde.

El Instituto de Ecología Litoral de la vecina comunidad valenciana ya ha puesto sobre aviso a las autoridades de esa autonomía. «Se trata de una especie que se extiende a gran velocidad», afirma Gabriel Soler, su director, «y lo que es peor, no se puede controlar».

En Andalucía, la Junta tenía previsto realizar una cartografía para comprobar la distribución real del alga asiática en el litoral de esa región y su proliferación en los ecosistemas marinos.

La Región de Murcia está «en alerta permanente» por si hubiera «síntomas de su aparición», lo que no ha ocurrido de momento, indican fuentes de Agricultura.

Este alga, que se 'camufla' muy bien entre especies autóctonas a las que se parece mucho, no sólo coloniza los fondos o rocas, sino que también es capaz de adherirse a otras algas, a las cuerdas que estén bajo mar e incluso a animales.

«El problema que tenemos con este alga es que se mimetiza muy bien; es una todoterreno y muy prolífica y se ha comprobado que puede asentarse sobre los caparazones de cangrejos o ermitaños», explica José Antonio García Charton, del Departamento de Ecología e Hidrología de la Universidad de Murcia (UMU).

Los pescadores andaluces también han lanzado la voz de alarma: merma la pesquería.

García considera necesario no solo vigilar el litoral de la Región para detectar su llegada, sino también establecer un plan de acción para tener claro qué hacer en caso de que se constate su presencia, porque «crece muy rápido».

«Incluso sería conveniente que se lleve a cabo un trabajo conjunto con las comunidades autónomas afectadas o que puedan serlo», apunta García Charton. Esta comisión interautonómica serviría para aprovechar la experiencia de las regiones que sufren el problema, ver qué se está haciendo para controlarla y avanzar medidas de erradicación temprana.

Esta especie en su medio nativo no suele superar los 15 metros, pero aquí ha llegado hasta los 50. «No tiene depredadores y parece haber encontrado en nuestras costas las condiciones idóneas para reproducirse», añade.

Catalogada

La comunidad científica ya ha pedido al Ministerio para la Transición Ecológica incluir a esta especie en el Catálogo de especies exóticas invasoras. Esto conlleva la prohibición de posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos. Además, es obligatoria su erradicación por parte de las administraciones competentes, es decir, la Comunidad Autónoma en caso de medio terrestre y compartida entre Comunidad y Estado en el caso del medio marino.

El Ministerio creó en septiembre un grupo de trabajo con técnicos de Andalucía, Ceuta y Melilla para diseñar y planificar «con carácter urgente» las medidas más eficaces para su seguimiento, control y erradicación, explicaron fuentes ministeriales. Y ha dado el primer paso para incluirla en el catálogo de especies invasoras: ha pedido un análisis de riesgos a la Universidad de Málaga.

Rugulopterix okamurae

La calificada como 'alga asesina' o Rugulopterix okamurae es originaria del Océano Pacífico. Su aspecto es muy parecido al del alga parda y tiene un tallo de entre 10 y 20 centímetros de altura.

Habita en las costas de Japón, China y Corea y fuera de su hábitat natural se detectó en 2002 en la laguna costera de Étang de Thau de Francia, donde llegó probablemente como consecuencia de contaminación a través de ostras procedentes de Japón (Crassostrea gigas) para acuicultura.

En su hábitat natural vive a profundidades comprendidas entre 0.5 y 5 metros, alcanzando ocasionalmente los 15 metros. Las estructuras reproductivas y máximo crecimiento se producen en el medio natural a temperaturas superiores a 15ºC. Esto indica que Rugulopteryx okamurae podría ser considerada como una especie subtropical con presencia en zonas templadas.

Según las distintas fuentes consultadas esta especie se parece mucho a otra nativa de la misma especie, Dyctiota dichotoma, muy frecuente en nuestras costas. Esto hace pensar que la especie asiática ha podido ser confundida con la nativa durante cierto tiempo, hasta el momento en que su reciente proliferación masiva despertó la sospecha, luego confirmada, de que se podría tratar de una identidad diferente.

Se puede recolectar casi todo el año al ser una especie a la que no afectan especialmente los cambios de temperatura.

Entre sus repercusiones entre las especies marinas, se ha apreciado un desplazamiento de algunas de ellas en las zonas afectadas por la enorme proliferación de estas algas, especialmente el erizo de mar.

La acumulación y descomposición de biomasa en el intermareal y zonas someras podría estar causando impactos indirectos sobre los ecosistemas costeros.