­Suponen alrededor del 88,8% de las empresas en España, el 66,7% del empleo y el 57,1% del PIB (sin contar autónomos y otras fórmulas jurídicas diferentes de la SA y SAL). Son las empresas familiares, que tienen una serie de particularidades por el hecho de llevar ese atributo de 'familiar'. Siempre se piensa que la sucesión es el gran problema de este tipo de compañías -y es muy importante-, pero este es solo un peldaño de los retos que la empresa familiar tiene ante sí.

Estas empresas deben afrontar los desafíos de cualquier compañía dentro de un mercado global, más los propios suyos que, principalmente, pasan por mantener la empresa en manos de la familia y por la necesidad de conciliar las relaciones familiares con la propiedad y gestión empresarial. Son retos que se resumen en diez puntos que toda empresa familiar -aunque cada una es diferente-, conviene que trabaje para sobrevivir y que comprenden tres ámbitos: el personal y patrimonial de la familia empresaria, el gobierno empresarial y el crecimiento del negocio.

Regular las relaciones entre la familia y el patrimonio empresarial es una de las principales claves. Es conveniente prever aspectos como el fallecimiento -no siempre se hace testamento-casos de incapacidad, divorcio o crisis matrimoniales... Incluso, se debe recoger la tutela de los hijos menores de edad. «Es una parte fundamental muy vinculada a la empresa, que es el bien a proteger», explica Javier Garanto, socio director de Cuatrecasas.

El protocolo familiar es decisivo para regular estos y otros aspectos con el fin de evitar conflictos. De hecho, es como la 'Constitución' de la empresa, siendo necesario que en él se incluyan aspectos fundamentales como la regulación del acceso de la familia a la compañía para evitar que se produzcan situaciones en las que se incorporan familiares que no tienen la cualificación o motivación adecuada y que solo entran porque la empresa es «un refugio familiar».

Y, aunque el relevo generacional es mejor que sea familiar, la empresa tiene que tender hacia la profesionalización, tratando siempre de rodearse de los mejores profesionales. Esto no implica que los familiares se queden fuera. Por ejemplo, «si se tienen tres hijos médicos, es mejor que sean accionistas, y se busque un perfil profesional para que esté en el día a día». Y, en el caso de que la incorporación sea de familiares, es preferible que sea lo más profesional posible, invirtiendo en su formación -incluso en la de los accionistas- para que tengan los conocimientos necesarios para gobernar la compañía si toman el relevo o bien van a ser socios.

El protocolo familiar, a su vez, es conveniente que recoja otros aspectos como las vías para resolver problemas familiares como la mediación o el arbitraje -en los tribunales, los conflictos suelen ser más tensos-, los derechos económicos y retribuciones o la política de diversificación, entre otros.

Este protocolo debe realizarse cuando no hay problemas -si ya existen, será más difícil llegar a un acuerdo-, pensando siempre «en el futuro y previendo las circunstancias que no se quiere que sucedan». También es recomendable que «se someta a arbitraje o consejo de familia. Tenerlo por escrito, te vincula en la toma de decisiones y ayuda en el día de mañana».

En el ámbito de la gestión empresarial, las claves pasan por valorar el régimen tributario más óptimo para la empresa familiar con el fin de aprovechar al máximo los beneficios fiscales y facilitar la continuidad económica, impidiendo situaciones como la descapitalización por el pago de los impuestos, que son diferentes en cada autonomía. Así, se evita, por ejemplo, «sacar reservas de la empresa por el pago por la herencia y que se tenga que acabar vendiendo». Y, por supuesto, se debe ejercer el cargo de administrador de manera responsable.

Acceso a la financiación

A estos aspectos propios de la empresa familiar, se añaden otros generales para las compañías como el conocimiento de fórmulas de planificación alternativa como la salida al MAB (Mercado Alternativo Bursátil) o la entrada capital riesgo, entre otras, que permiten disponer de financiación, pero sin perder ese carácter de empresa familiar.

La incorporación de la Responsabilidad Social Corporativa es igualmente decisiva porque, ahora, hay que pensar también en ecología, medio ambiente o en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre otros elementos, así como la internacionalización. «Se está en un mundo global y se debe estar preparado».

Son diez puntos que, no obstante, se resumen en anticiparse a eventuales conflictos, planificar el reparto de poder y profesionalizar la gestión.