Antonio Sequero tiene 64 años y está a punto de jubilarse. Encarna Ortiz tiene 40 años y le quedan más de dos décadas para hacerlo. Ambos son agentes de la V Zona de la Guardia Civil, la que corresponde a la Región de Murcia. Representan el antes y el después de un Cuerpo que ha sabido adaptarse a las circunstancias de los tiempos, y que este año celebra su 175 aniversario.

Los dos profesionales, Sequero y Ortiz, charlan con LA OPINIÓN y entre ellos para comentar qué ha cambiado en la institución y qué creen que cambiará en un futuro.

«Si hace 30 años me dicen que va a haber mujeres en la Guardia Civil no me lo creo», apunta el veterano agente, que deja claro que no le «pesa» que haya féminas en el Cuerpo, que es algo «para bien».

Sequero lleva la vocación en la sangre: tanto su abuelo como su padre fueron guardias civiles. Él nació en Tetuán precisamente porque su progenitor, Jesús Sequero Bosques, había sido destinado a Marruecos. «Me he criado en cuarteles toda mi vida», comenta Antonio, que supo con 16 años cuál era su camino en la vida y con 19 ya salió del Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro.

«La época del colegio fue muy dura», recuerda, ya que «faltaba hasta agua caliente, no había calefacción, la cocina era de carbón y, antes de usarla, había que echar a las ratas», apunta.

Su primer destino fue Manresa, y ahí le pilló el Golpe de Estado de Tejero del 81. «En aquellos años no existía el día libre», asegura. «Tú hacías siete tardes, siete mañanas o siete noches, no te causaba ningún problema», rememora el agente, a lo que añade que, por aquel entonces, «tenías que ir siempre de uniforme», aunque fuese para ir al cine en una noche libre. «No podíamos ir de paisano, no estaba bien visto», explica, para dejar claro que él ya sabía que le esperaba «una vida dura, donde la disciplina se llevaba como un estandarte muy importante». Era un tiempo en que se vivía en los cuarteles y «para salir, tenías que pedir una autorización», dado que «corrías el riesgo de que, si salías sin conocimiento del teniente, te metieran un arresto», comenta Sequero.

De Cataluña, a Escombreras, «al puerto de petroleros, quizás los años más duros», cuenta.

De Escombreras pasó a Cartagena ciudad, donde sufrió un atentado. «Pusieron un coche bomba en el cuartel, justo en el edificio donde yo vivía», indica, para apostillar que entonces sus hijos tenían «11 y 9 años». Tres años después de aquello pasó a trabajar en la capital murciana. Donde se jubilará ahora.

Añora «la vida de los cuarteles de antes, que era muy familiar». «Había muchísima convivencia y eso ha desaparecido», considera. Asimismo, cree que entonces «la figura del veterano, del guardia civil que llevaba años, era muy respetada».

«Deseo que hoy, como ayer, todo el que ingrese en la Guardia Civil sepa que siempre tendrá a su lado la experiencia de quienes han recorrido un largo camino en la Benemérita. Como reza el lema del aniversario: 175 años a tu lado», señala.

Encarna Ortiz sí escucha a los mayores y, de hecho, los admira. «Me emociono mucho cuando escucho a los veteranos», explica la agente, a lo que añade que fue compañera de Sequero y «es muy respetuoso y muy cariñoso». «Todos los veteranos transmiten un sentido paternal», comenta esta profesional, que valora «el hecho de querer enseñarte a través de la experiencia que ellos tienen», dado que «la experiencia es un grado», apunta.

Ortiz lleva once años trabajando y, aunque estuvo comisionada en Madrid, la mayor parte de su trayectoria la ha desarrollado en la V Zona, donde hoy continúa.

Admite que ha llegado a pensar «qué barbaridad» cuando escucha que hace décadas los agentes no podían cogerse un día libre o tenían que ir de uniforme siempre. Aunque considera que «las condiciones laborales siempre se pueden mejorar», valora lo mucho que se ha avanzado en el seno del Instituto Armado.

También han cambiado los tiempos. Ella es de otra generación y «el tema del terrorismo no lo hemos vivido» como antaño, con bombas en los cuarteles. Ahora afrontan la amenaza yihadista y las nuevas formas de ciberdelincuencia, por ejemplo.

Preguntada por cómo entró en el Cuerpo, Ortiz declara que «a mí siempre me ha gustado muchísimo la enseñanza» y, de hecho, «estudié Filología inglesa». Además, «me gusta que las cosas tengan un orden y ayudar a las personas». «Creo que esta institución representa todo esto», asevera la agente, que actualmente, y desde hace más de un lustro, trabaja en el puesto de Molina de Segura.

«En cada uno de los sitios que he estado he tratado de ir cogiendo el aprendizaje de los veteranos», precisa esta guardia civil, que tiene claro que «tu forma de trabajar es una mezcla de cómo eres tú y de con quién es trabajado». «Te vas moldeando a lo que te rodea», manifiesta una profesional que «nunca» se ha sentido discriminada por un compañero por el hecho de ser mujer.