Ocurría el mes pasado, en la localidad murciana de Sucina. Un septuagenario era encontrado muerto en el sofá de su domicilio, una casa de dos plantas. Cuando se halló el cuerpo, un fuerte olor emanaba del domicilio: el hombre vivía solo y sufría síndrome de Diógenes. De hecho, tenía sus propias deposiciones en papel de periódico, en el garaje. El cadáver fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Murcia, para practicarle la autopsia, que determinó que el vecino falleció por causas naturales. Y que podría llevar bastante tiempo muerto hasta que se dio con él.

El verano pasado se daba un caso parecido, en esta ocasión en Jumilla. Un vecino estuvo ocho días muerto en el sofá de su casa, hasta que lo encontraron. Fueron los vecinos los que dieron la voz de alarma, debido al mal olor que emanaba de la vivienda. También muerte natural. La causa: hiperglucemia, que es el aumento anormal de la cantidad de glucosa que hay en la sangre.

No es la primera vez que una persona es localizada después de pasar tiempo sin vida en su propio hogar, sin que se la hubiese echado en falta durante días, meses e incluso años. Es el exponente más cruel de la soledad. Personas que mueren en sus casas y a las que nadie echa en falta hasta pasados días e incluso semanas. Un fenómeno que, tristemente, cada vez es más habitual, como lo demuestran las cifras.

El perfil más habitual es el de personas mayores que viven solas, bien en núcleos urbanos (como el caso de Jumilla) o en zonas de urbanizaciones más alejadas (como en Sucina). En algunos casos el cuerpo ha permanecido en la vivienda hasta 15 días, antes de que algún vecino o conocido diera la voz de alarma.

Alrededor de cien personas aparecen muertas en sus casas cada año en la Región. En la memoria del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Murcia se detalla que la mayoría de los fallecidos por muerte natural son hombres, y que las causas más habituales del deceso son enfermedades del sistema circulatorio, del respiratorio o del digestivo. La autopsia se realiza siempre que se encuentra un cuerpo y hay circunstancias que han de ser aclaradas. Es lo que pasa cuando aparece una persona muerta en su casa: ha de descartarse, en primer lugar, la participación de una tercera persona, cosa que se ve cuando se hace el examen forense.

Los expertos cada vez tienen más claro que la soledad tiene efectos devastadores sobre las personas que la sufren. Desde el Colegio de Psicólogos de Murcia explican que «la soledad, por decirlo de alguna manera, es silenciosa, puede irse produciendo de manera paulatina a lo largo de la vida».

«Es sabido que la soledad y aislamiento social de las personas conduce a inactividad física, consumos, obesidad, mermando la autoestima y sensación de autoeficacia, y generando riesgo de que se produzca también deterioro cognitivo», destacan estos experos psicólogos, a lo que añaden que «aunque en el caso de las personas mayores las dificultades de movilidad pueden ir generando un progresivo aislamiento que deriva en soledad».

«Además, hay que tener en cuenta la estructura de sociedad en la que nos desenvolvemos hoy en día, en la que prima el individualismo, perdiéndose con ello una estructura colaborativa», lamentan al respecto.

Aida Cano, del Colegio de Psicólogos, apunta que «la soledad en sí misma no tendría por qué ser un problema cuando es elegida», a lo que agrega que «comienza a ser un problema cuando es una situación que surge sin que la persona la busque». «Es entonces cuando brotan más frecuentemente emociones como la tristeza, que si no es detectada a tiempo puede llevar a una depresión», señala.

Cano manifiesta que «también es frecuente que puedan surgir cuadros de ansiedad, puesto que la sensación de desamparo suele generar inseguridad. Estas enfermedades psicológicas pueden tener consecuencias físicas, tales como fatiga, alteraciones cognitivas o del sueño, en el caso de la depresión; o si hay ansiedad pueden aparecer palpitaciones, dolor de cabeza o mareos».

Por su parte, Mª José Catalán, decana del Colegio de Psicólogos, destaca que «todavía sufrimos en el seno de nuestra sociedad el estigma de la enfermedad mental, se señala como diferente a la persona que lo sufre, siendo vivido en ocasiones por el que lo padece como algo que debe ocultar, y por ello todavía nos encontramos con personas que no quieren que se sepa que acuden a un profesional de la salud mental para abordar su situación y mejorarla».

«En general no se suele pedir ayuda psicológica para paliar la soledad, sino que serán otros síntomas de malestar como son la ansiedad, síntomas depresivos, que van a irse desarrollando como consecuencia de la soledad, los que pueden llevar a pedir ayuda», comenta. «Además, hay que tener en cuenta que una de las causas o de las consecuencias precisamente de la soledad es el progresivo aislamiento», manifiesta al respecto.

La presidenta del Teléfono de la Esperanza en Murcia, María Guerrero, explica que «la mayoría de las llamadas de personas que recurren al teléfono son de soledad, personas que se sienten muy solas, tanto a nivel físico como psicológico».

A este respecto, precisa que habla de «la soledad física, el ‘no tengo a nadie con quien estar’, pero luego hay un grupo muy numeroso de personas que sufren soledad aunque tienen compañía, porque falla la comunicación». Y es que, señala, estas personas «no tienen interlocutores válidos para poder expresar lo que les pasa ni compartir su tristeza ni sus momentos de dificultad y esa soledad es mucho más dura que la soledad de estar solo». A juicio de Guerrero, «cuando uno se siente solo, estando con mucha gente, el dolor es mucho más intenso».

Durante este 2019, el Teléfono de la Esperanza ha recibido más de 5.000 llamadas tan sólo en la Región de Murcia. Los problemas psicológicos (depresión, crisis de valores y sentido vital, y la soledad e incomunicación) y relacionales encabezan esta lista.

Guerrero también comenta algunos casos de «llamadas desde donde hay ideación suicida: una persona que actúa sobre su propia vida y llama al teléfono» para pedir ayuda. «A eso le llamamos suicidio en curso», dice.