La Asociación Meteorológica del Sureste ha considerado este lunes una "tremenda irresponsabilidad" atribuir a los efectos de la gota fría gota fríade septiembre la crisis medioambiental en la que se encuentra el Mar Menor, como apunta la versión dada este fin de semana por el Gobierno regional, y ha pedido que se realicen estudios rigurosos para determinar qué parte de la mortandad de especies observada en San Pedro del Pinatar es achacable a causas climatológicas.

En un comunicado, el vicepresidente de esta organización, Ginés Mirón, sostiene que "a diferencia de las DANAS, que llevan afectando periódicamente al Mar Menor desde hace miles de años, la brutal transformación del paisaje y del entorno del Mar Menor brutal transformación del paisaje es mucho más reciente y con efectos bastante más dañinos sobre los ecosistemas de la zona".

Según Mirón, está claro que las lluvias han sido el factor desencadenante de la muerte de peces y crustáceos, pero "es importante saber distinguir entre lo que desencadena una situación y la causa fundamental que la provoca".

En su escrito, este experto afirma que las riadas en esa zona de Murcia son un fenómeno relativamente frecuente y que, según los pluviómetros, la cubeta norte del Mar Menor recibió en la gota fría del pasado septiembre casi un tercio menos de precipitación que la registrada en noviembre de 1987, cuando se alcanzaron 337 litros frente a los 223 de 2019.

"No olvidemos que, a diferencia de las DANAS, que llevan afectando periódicamente al Mar Menor desde hace miles de años, la brutal transformación del paisaje y del entorno es mucho más reciente y con efectos bastante más dañinos sobre los ecosistemas de la zona", agrega Ginés Mirón, quien advierte que los aportes de aguas dulces procedentes de la lluvia son "algo relativamente frecuente".

Esta asociación asegura que "no es solo agua de lluvia lo que ha entrado al Mar Menor estos días, ni son las gotas frías las que han cambiado radicalmente el paisaje de un campo de Cartagena que hasta hace unos años estaba constituido fundamentalmente por cultivos de secano que ahora han sido sustituidos por grandes explotaciones de agricultura intensiva que apenas presentan medidas de retención de escorrentías".

Asimismo, afirma que el urbanismo descontrolado de los municipios ribereños, ocupando cauces y ramblas, tampoco ha ayudado al ecosistema, por lo que cuestiona que se culpe al clima de situaciones en las que existe la indudable influencia de la mala gestión del territorio.