La vareniclina es un fármaco que actúa en el cerebro de forma similar a como lo hace la nicotina, simulando sus efectos. El Champix bloquea los receptores nicotínicos y segrega una mínima cantidad de dopamina, sustancia asociada con el placer y que hace más llevadero el síndrome de abstinencia.

Al bloquear los receptores de nicotina disminuye el 'efecto recompensa', de manera que cuando el paciente fuma siente que el cigarrillo no le sabe a nada, explica el presidente del CNPT, Andrés Zamorano.

El tratamiento con estas pastillas ha de mantenerse 12 semanas, indica la doctora Gallego, que detalla que hay una primera fase en la que se va introduciendo el fármaco poco a poco mientras el paciente todavía fuma.

Esta fase dura 2 semanas (3 en pacientes con altísima dependencia). En ese periodo lo normal es que el paciente deje el tabaco «con el apoyo necesario» y que continúe con el tratamiento hasta completar las 12 semanas, durante las cuales lo recomendable es ir aumentando de forma gradual la dosis de vareniclina. «El grado de éxito depende mucho del tratamiento cognitivo conductual, que forma parte de la deshabituación tabáquica», subraya.

Gallego explica que la vareniclina es un fármaco que tiene pocas interacciones pero, como cualquier medicamento, puede tener efectos secundarios como náuseas, sensación de cefalea y aturdimiento durante los primeros días, insomnio o inquietud.

Zamorano coincide y añade que se elimina por vía renal y prácticamente no tiene interacciones con otros medicamentos, con lo que, salvo los pacientes con insuficiencia renal, el resto lo puede tomar perfectamente porque es de amplio uso y muy eficaz.