Eudald Carbonell, vicepresidente de la Fundación Atapuerca y codirector de las excavaciones de la sierra de Atapuerca, visitó en el día de ayer el yacimiento de Quibas, en Abanilla.

Pedro Piñero, director de este yacimiento, recordó que el origen del mismo es kárstico, al igual que el popular conjunto de Burgos. Ambos «se parecen mucho y tienen una edad muy parecida: el de Quibas es como el yacimiento más antiguo de Atapuerca, la Sima del Elefante», que pertenece al sistema kárstico de la Cueva Mayor de Atapuerca y está considerada Patrimonio de la Humanidad.

Los responsables de Abanilla y Burgos «siempre colaboramos», sostiene Piñero, que apunta que «yo hice mi tesis doctoral en el centro que Carbonell fundó, el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), emplazado en Tarragona. También mantienen los responsables de Abanilla estrechos vínculos con el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), en Burgos.

En la comarca oriental de la Región, señala Pedro Piñero, «no han aparecido restos humanos, de momento, pero tenemos que seguir trabajando».

El yacimiento de Abanilla, manifiesto su director, «tiene un millón de años, igual que la Sima del Elefante de Atapuerca», donde sí fueron descubiertos dos fósiles humanos, de los más antiguos de Europa. «También tiene una edad similar al yacimiento de Orce, en Granada», comenta.

Echando la vista atrás, el experto recuerda que «aquellos primeros humanos salieron de África y sabemos que en esos momentos estaban» tanto en lo que ahora es Burgos como en Granada y la Región de Murcia. No obstante, Piñero puntualiza que, por aquel entonces, «los humanos estaban muy dispersos y las poblaciones eran muy escasas».

En el caso de Abanilla, «nuestro objetivo, más que encontrar humanos, es reconstruir el contexto ecológico y ambiental que existía hace un millón de años», indica. De esta manera, insiste en que la idea es saber cómo era «el clima por el cual los humanos se aventuraron a entrar en Europa».

Aunque no hay restos de personas, lo que sí hay en Abanilla son huesos de distintas y numerosas especies animales. «Tenemos leones, rinocerontes, este año hemos encontrado un incisivo de macaco, porque había macacos en la Sierra de Quibas hace un millón de años», precisa Piñero.

Y hay más: «Tenemos bueyes, caballos, ciervos, gamos, lices ibéricos, quebrantahuesos, águila real y muchas especies de reptiles y anfibios. También seis especies de murciélagos diferentes, lirones, topillos y zorros», especifica.

En las últimas excavaciones, comenta, también se descubrió una mandíbula de tejón. «Ahora sabemos que teníamos tejones hace un millón de años en la Sierra de Quibas», dice su director.

Precisamente el pasado viernes el Auditorio de Abanilla era escenario de una conferencia sobre el yacimiento de Quibas. Tres responsables del lugar explicaron al respetable cómo es el trabajo de campo y la posterior catalogación de los restos que se encuentran.

«La importancia es máxima, al menos a nivel académico, donde el nombre de Abanilla suena mucho, y por esta razón es importante seguir apostando por continuar la investigación y las excavaciones», explican desde el Ayuntamiento de Abanilla.

Se da la circunstancia de que ni en Abanilla ni en la Región hay un museo paleontológico. Por tanto, la colaboración con el IPHES de Tarragona vuelve a ser fundamental: es ahí donde se llevan los fósiles que se encuentran en el yacimiento de Quibas. Tras ser estudiados, son entregados al Museo Arqueológico de Murcia, donde algunos se encuentran expuestos. Otros, en cambio, permanecen almacenados en unas naves que hay en Alcantarilla.