Hablar de prostitución en pleno siglo XXI aún sigue siendo bastante tabú en nuestra sociedad, lo que es totalmente contradictorio viendo las cifras de la ONU, ya que España está en lo más alto de consumo de prostitución y, según el Instituto Nacional de Estadística, supone un negocio que mueve unos 4 millones de Euros, el equivalente del 0,35 del PIB.

Desde el punto de vista legislativo, este tipo de consumo sexual no está regulado como en otros países de la zona euro como en Alemania, Holanda, Austria o Suecia, entre otros, que reconoce distintos derechos laborales y sociales.

En el caso de España, tenemos una situación donde el Código Penal castiga los casos de proxenetismo, de trata de personas o cuando se encuentren involucrados menores de edad o incapaces.

Además, la Ley de Seguridad Ciudadana 4/2015 contempla dentro de su catálogo de infracciones muy graves, la solicitud o la aceptación por el demandante de servicios sexuales retribuidos en los alrededores de lugares destinados a menores como lo son colegios, parques o centros de ocio.

Después de este repaso normativo, es importante tener claro qué tipo de legislación debemos de afrontar ante un fenómeno que difícilmente va a desaparecer con el paso del tiempo.

Como norma general, quizás tengamos lugares identificados en nuestro municipio donde se ofrecen servicios sexuales, donde generalmente son zonas especialmente señaladas por su grado de inseguridad o deterioro. Todo esto unido al desconocimiento sanitario de la persona que se ofrece en la vía pública, está proliferando cada vez más que las personas que desean obtener este tipo de servicios, acudan a los denominados Light Club o utilicen páginas de contactos.

La prostitución como tal, es ejercida fundamentalmente por personas inmigrantes, donde solo 1 de cada 10 son españolas, además generalmente siguen un perfil de personas solteras de entre 18 a 35 años, sin estudios o baja cualificación laboral, que comparten vivienda y se les identifica la mayoría de veces con el consumo de drogas.

En cuanto a las nacionalidades de procedencia, existe un alto predomino de países latinos como República Dominicana, Colombia, Ecuador, Paraguay, Venezuela, Cuba y Bolivia, así como también en países de Europa del Este como Rusia, Ucrania y Rumanía o de África como Nigeria, Senegal o Marruecos.

Como he dicho anteriormente, la inseguridad que genera el solicitar servicios en la vía pública, debemos de unirla además con la privacidad que normalmente los usuarios quieren mantener en este tipo de situaciones.

Es por ello, que recientemente se ha observado una disminución de consumo de servicios sexuales en la vía pública, aumentando las páginas de contactos o pisos que garantizan una mayor privacidad frente a los Night Clubs.

Uno de los grandes problemas a los que siempre se ha visto afectado este sector, son los relacionados con el proxenetismo, que como se ha comentado anteriormente está castigado por el Código Penal, y que por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad está vigilado muy de cerca.

Por otro lado, son los relativos a la sanidad y la salud, ya que aunque la cifra de afectados por, el VIH relacionados con la prostitución no supera el 2%, es importante abordar este tema desde un punto de vista preventivo, sin olvidarnos de otras enfermedades de transmisión sexual como la sífilis, la hepatitis, la gonorrea, entre otras, sin pasar por alto las consecuencias físicas y psicológicas que sufren las personas que ejercen la prostitución.

Como he comentado anteriormente, el aumento significativo de los pisos destinados al ofrecimiento de sexo remunerado ha ido en aumento frente a otras opciones, sobre todo por la garantía de privacidad que ofrece, pero este tipo de lugares suelen carecer de garantía sanitaria, sobre todo por la clandestinidad que ofrecen, unido al rechazo vecinal que supone en una comunidad de viviendas que generalmente están ligados al ruido, presencia de personas a horas intempestivas o perturbación del natural sosiego, lo que conlleva la intervención policial en numerosas ocasiones.