La noche del jueves al viernes en Molina de Segura no fue fácil. Bomberos, efectivos de Cruz Roja, Protección Civil del municipio y servicios de Emergencia tenían que realizar operaciones de rescate de vecinos atrapados en sus casas, sobre todo en la zona de huerta. Según señaló la propia alcaldesa, Esther Clavero, fueron , al menos, unos 500 desalojos y unos 80 rescates.

Y es que la zona de huerta molinense fue la parte más afectada, ya que prácticamente todo el agua que cayó durante todo el día del jueves y del viernes acabó en las zonas de la Huerta de Arriba y prolongación de Cañada Morcillo, Huerta de Abajo, Barrio de Santa Rita-Balsa del Lino, la zona de la Ermita y huerta de La Ribera hasta Los Felices.

José Manuel Linares, uno de los vecinos que tuvieron que abandonar su casa situada en los alrededores del campo de fútbol Sánchez Cánovas, señalaba que tanto él como su familia han pasado la noche en casa de su abuela: «A las doce de la noche vimos que nuestra zona estaba totalmente anegada. Mi casa está a 200 metros del río y el bancal y la cochera de mi casa se han inundado. La casa es lo que nos preocupa, estamos deseando que el río baje para poder entrar y ver la casa».

Los que no pudieron alojarse en casas de familiares, amigos o conocidos fueron llevados al Centro Integrado de Formación y Experiencias Agrarias (Cifea) de Molina de Segura, ubicado en la Avenida Gutiérrez Mellado de la localidad. Unas cincuenta personas permanecieron ayer en el centro, donde llegaron a comer y cenar en el comedor que se habilitó. El director del Cifea, Pedro Angosto, indicaba que fueron entrando personas durante el jueves e incluso durante la pasada madrugada «en situaciones límite, muy mojadas y empapadas, en estado de shock».

Angosto resaltó que en el espacio se habían alojado desde menores de edad hasta ancianos. «El jueves por la noche organizamos una cena con el apoyo de Cruz Roja, el Ayuntamiento de Molina y Protección Civil y esta mañana (ayer) hemos servido un desayuno. Les hemos ofrecido también una habitación con camas con agua caliente para poder ducharse. En definitiva, hemos traído alimentos de primera necesidad, así como ropa. En el centro hay preparadas casi un centenar de camas para las personas que tengan que ser evacuadas». Angosto apuntó que algunos pudieron abandonar el Cifea durante el día de ayer al encontrar la casa de algún familiar donde alojarse; mientras que otros seguirán, al menos, un par de días más en el centro.

«Hemos podido dormir poco, pensando en lo que se nos puede venir encima. Dentro de lo que cabe, estamos aquí seguros y atendidos», señalaron Laura y Demetrio, dos vecinos de Santa Rita. «Nos dio tiempo a avisar a la Policía el jueves por la tarde antes de que el agua llegara a nuestra casa», anunciaba Laura.

Demetrio tenía que haber asistido ayer a la consulta médica porque se sometió hace unos días a una operación en la que le tuvieron que amputar el dedo de un pie. Además, es diabético, «pero por suerte nos han ofrecido de todo: higiene, comida, alojamiento... Salimos de casa con lo puesto y poco más, con lo que nos dio tiempo a coger. No sabemos cuándo vamos a poder regresar a nuestras casas».

Al centro acudieron ayer para conocer de primera mano la situación Faustino Herrero, presidente autonómico de Cruz Roja; José Luis Morera, secretario general de Cruz Roja en Murcia; así como la presidenta de Cruz Roja en Molina de Segura, María José Almagro, entre otros. Más tarde asistieron la alcaldesa Esther Clavero; el delegado del Gobierno, Diego Conesa; así como concejales del equipo de Gobierno del Ayuntamiento molinense para visitar a las personas damnificadas.

«Prácticamente todos los alojados en el Cifea son de la zona de la huerta, muchos de ellos apuraron hasta el último momento para salir de sus hogares porque no querían abandonarlos. Se les tuvo que evacuar porque sus vidas ya estaban en riesgo», señaló el director del centro.

Es un caso que vivió en sus propias carnes Sergio, otro de los vecinos de la parte baja de Santa Rita. Su mujer, en un primer momento, se negaba el jueves a abandonar su casa si su perra no iba con ellos. «Si la perra no puede ir, yo tampoco. Si muere mi perra, muero yo», le aseguraba ella. «A las dos de la mañana de la madrugada del jueves al viernes comenzó a subir el agua, llamé al 112 e intentaron rescatarnos en una barca hinchable. Nos sacaron a varios vecinos, pero mi mujer, como padece de asma, se fatigó y se quedó sin conocimiento. Tuvo que ser trasladada hasta la Arrixaca, donde va a estar en observación. La perra, por suerte, pude traérmela», aseguraba el vecino afectado.