Ya tocaba. El mundo global en el que estamos inmersos nos empuja a estar cada vez más preparados para poder ejercer la profesión elegida en cualquier punto del planeta y eso lo permite el conocimiento de idiomas. En ese contexto se enmarca el Grado bilingüe español-inglés que ofrece a partir del próximo curso la Facultad de Derecho de la Universidad de Murcia (UMU). Su vicedecano en Relaciones Internacionales lo deja claro: el mercado laboral legal ya exige un nivel de inglés práctico.

¿Cuál es el objetivo último de este nuevo grado en el que se puede decir que el ‘tradicional’ Derecho entra en el siglo XXI?

Más que entrar en el siglo XXI lo que hacemos es ampliar nuestros horizontes y, al mismo tiempo, facilitamos la internacionalización de nuestros alumnos. Lo que se pretende, al fin y al cabo, es acompañar a nuestros estudiantes en el camino que el mercado laboral legal ya exige. Facilitarles la incorporación futura al ejercicio de la profesión y a la movilidad internacional.

Pero no sólo para salir fuera, también en España ya se exige un determinado conocimiento del inglés, ¿no?

Efectivamente, casi todos los despachos y los organismos públicos exigen un nivel de inglés práctico y no solo académico. Por ello, en el Grado que inauguramos este curso los alumnos van a ser capaces de manejarse con textos y normativas en inglés y con un vocabulario que han utilizado de forma natural durante cuatro años. Ya hay despachos grandes y medianos que llevan asuntos en los que se usa el inglés (tema de exportaciones, divorcios, contactos con multinacionales...). Por tanto estarán preparados tanto si trabajan aquí como en bufetes de fuera.

El Grado es para los estudiantes de nuevo ingreso. ¿Han hecho alguna encuesta para ver si es ‘bien recibido’?

Las opiniones que nos han llegado cuando lo hemos presentado a alumnos de institutos han sido muy positivas y también se ha movido mucho por las redes sociales. Está despertando mucho interés. Hay que tener en cuenta que muchos estudiantes que terminan el Bachillerato vienen de haber realizado las ramas bilingües e incluso han estado en colegios ingleses. Además hay mucha inquietud por estudiar una carrera que tenga un valor añadido.

Y respecto al otro colectivo implicado, el de los profesores, ¿cómo se ha acogido esta propuesta?

El proyecto bilingüe, desde el principio, se pensó teniendo en cuenta a los docentes y si había un número suficiente de profesores interesados, y acreditados en el idioma, para impartirlo. Por eso, el primer paso fue ver qué profesores estaban interesados y obtuvimos una respuesta bastante buena. Docentes de casi todos los departamentos mostraron su disposición a participar. Y cuando hablo de acreditar, me refiero a que tienen que tener un nivel C1 en el idioma, pues deben estar en condiciones de enseñar con solvencia y de manera natural; que no sea una carga más para ellos.

¿Qué criterios de asignación de las materias se han seguido?

En primer lugar, el nivel de inglés del profesorado; después que la asignatura que va a impartir esté avalada por el departamento en cuestión, que certifica la preparación del docente; después, que tanto el listado de profesores como de las asignaturas esté aprobado por la Junta de Facultad. Y, por último, ha pasado por el filtro de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), que dio el visto bueno sin objeciones. Para nosotros es una garantía que los mismos profesores que ya imparten esa asignatura en español lo hagan en inglés.

¿Hicieron algún estudio previo sobre la situación de un grado bilingüe en otras universidades españolas?

Sí. Al comenzar a debatir sobre si ponerlo en marcha o no, hicimos un estudio comparativo con el resto de las universidades públicas españolas. Y constatamos que la mitad de las 50 instituciones españolas ofrecen alguna asignatura en inglés. Pero solo tres, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Valencia y la Pompeu Fabra de Barcelona, tienen todo el Grado.