Alfonso y Cristina son una pareja murciana valiente que ha luchado para cambiar a lo largo de sus vidas el 'no' por el 'sí'. Esperan estar el próximo mes de agosto en Ucrania para tener a su hija, Vega, fruto de la práctica de la gestación subrogada. Dicho así, como ellos mismos señalan, «es muy fácil hacerlo», pero llevan a sus espaldas muchos años luchando por conseguir la ilusión de sus vidas: la ser padres cueste lo que cueste.

Lo que no entienden es cómo algunos pueden señalarlos por cumplir su sueño: «Quien quiera juzgarnos, que ande nuestros pasos. Que nos quedemos 'embarazados' es un milagro y lo que ha hecho nuestra gestante también lo es. No tiene precio lo que ha hecho por nosostros».

La pareja irá hasta el país del Este de Europa con mucho miedo e incertidumbre por lo que pueda pasar una vez que tengan a su hija en los brazos y quieran volver a España, ya que el Gobierno central decidió hace unos meses que los bebés nacidos mediante esta práctica no pueden ser inscritos en el Registro Civil, por lo que temen quedarse 'atrapados', como otras tantas familias de España, en el país eslavo durante meses.

Ellos siempre buscaron concebir un hijo, pero a ella, antes de llegar a los 25 años, le dijeron que era infértil. Recorrió todas las clínicas de Murcia y de fuera de la Región con el objetivo de probar otros métodos para quedarse encinta.

Finalmente, Cristina se quedó embarazada de dos niñas en 2015. A la semana 20 de gestación, «todo se torció», ya que tuvo que ser ingresada en la Arrixaca, donde perdió a las niñas. Ella incluso corrió el riesgo de morir junto a ellas: la situación era tan grave que se le rompió el útero cuando estaban sacando a la segunda. «Gracias a los profesionales del Servicio Murciano de Salud, mi mujer se salvó», relata Alfonso. «Esto supuso un golpe muy duro, nos partió por la mitad física y psicológicamente durante años. Cuando levantamos un poco el vuelo, conocimos cómo funcionaba la gestación subrogada y se abrió una ventana que estaba cerrada completamente en España. Así, fuimos a Ucrania en febrero de 2018 para hablar con las posibles gestantes», asegura él.

Tras hablar con ellas quedaron sorprendidos de la normalidad con la que trataban esta práctica en el país eslavo: «Quedarse embarazada no es una enfermedad, es muy natural», les decían. Todos sus miedos y prejuicios desaparecieron, y se dieron cuenta de la mentalidad tan abierta que tenían los ucranianos en este tema respecto a nuestro país.

Volvieron a viajar en agosto del año pasado para conocer a su gestante: «un momento muy emocionante y precioso». «Quiero recalcar que estas mujeres son libres para hacer y decidir su 'embarazo'. Nos ayudan a las que no podemos tener ya hijos. No entiendo cómo se llega a hablar de 'vientres de alquiler o de 'un mercado negro' de hijos. No es nada de eso, ya que se está haciendo de una forma totalmente regularizada y controlada por el país. Somos nosotros, los españoles, los que tenemos que cambiar el 'chip'», dice Cristina.

Respecto a las 'trabas' que están sufriendo las familias españolas para volver con sus hijos, a los que se les considera 'apátridas' (que carecen de nacionalidad legal), aseguran que ahora mismo en la embajada de España en Kiev no abren ni las puertas: «Te dejan tirado, hay bebés enfermos que no pueden volver a España al no tener nacionalidad», denuncia Alfonso.

La pareja lamenta que sus familiares más cercanos, como los abuelos de la niña, vayan a perderse los primeros días, semanas e incluso meses de su primera nieta debido a que no pueden viajar. Así, también temen que se tengan que quedar más tiempo de los esperado en el país ucraniano y pierdan sus respectivos trabajos.

Alfonso destaca que «todavía hay que darle gracias al Gobierno de Ucrania, que hace todo lo que está en su mano para agilizar el proceso, como darle pasaporte ucraniano a los bebés para que al menos puedan regresar a España. Tenemos miedo de que llegue el momento en el que ya no realicen más pasaportes, hecho que puede suceder ya mismo».

«Las familias que viajamos a Ucrania no lo hacemos por gusto, sino porque es nuestra última oportunidad. Se dice lo de que 'si tienes un sueño, persíguelo' y el nuestro es el de ser padres. Con cumplirlo no hacemos mal ni daño a nadie, y parece que el Gobierno español solo quiere poner piedras en el camino para hacerlo más díficil», concluye Cristina.