Hagamos un pequeño juego. Si tiene hijos pequeños, pregúntele qué significa la palabra 'videoclub'. Si no sabe a qué se refiere es un reflejo de la agonía que sufren quienes viven de ellos. Si la conoce, puede que en un futuro ayude a que los pocos que aún existen se mantengan abiertos.

Reyes del entretenimiento en los años 80 y 90, los videoclubes son ahora la última opción para un público de masas que cuando quiere ver una película prefiere plataformas digitales como Netflix o HBO, o directamente verlas de manera ilegal. Distribuidores y propietarios de los negocios coinciden en que ese es el principal problema. "¿Para qué vas a pagar algo si lo tienes gratis antes y con mayor calidad?", resume José Antonio Mula, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios Mayoristas del Sector Videografico (Anemsevi) y director de Comercial Nekito, principal distribuidora de películas en alquiler en la Región de Murcia y la Comunidad Valenciana. Para él, la única que intentó parar el boom de la piratería fue la ministra González Sinde con una ley que creó mucha polémica.

Para Pedro Morales, gerente del videoclub El Progreso, una 'tabla de salvación' sería la reforma europea de los derechos de autor. La nueva ley establece que grandes páginas como Youtube tendrán que pedir permiso a los creadores para publicar sus obras. Un punto que a algunas asociaciones les parece que acabará con la libertad de la red, pero que para los pequeños empresarios y autónomos puede ayudar a que los beneficios de su trabajo no se los lleven otros.

Otra de las dificultades es el poco tiempo que tardan los films en llegar a Internet. Según los gerentes de La Videoteca, en Murcia, hace una década pasaba casi un año desde el estreno de una película hasta su emisión en televisión mientras que ahora, en tan sólo una semana, ya está disponible en páginas de descarga ilegal.

Los datos no dejan lugar a dudas. Tras superar en facturación al cine a principios de los 90, comenzó una bajada que ha sido de hasta el 90% de volumen de negocio. 'Nekito' llegó a vender 15.000 películas en un año, ahora vende como mucho 400. Los establecimientos abiertos van por el mismo camino. Si hace quince años había 200 videoclubes en la Región de Murcia, ahora sólo quedan unos 15 ó 20, tres de ellos en la capital.

Uno de ellos es el Videoclub Infante, que abrió sus puertas en 1982. Para Sagrario Calero, su dueña, la clave es que las aplicaciones como Netflix permiten que "tres o cuatro familias puedan tenerlo en su casa por 10 ó 12 euros". Si no mejora el panorama ella se jubilará dentro de dos años y nadie se quedará al frente del negocio: "Después de 37 años aquí, esto es mi vida".

Morales, de 58 años, también quiere aguantar "para cotizar algo más de cara a la pensión". En El Progreso han tenido que hacer recortes desde hace un lustro, sobre todo en compras. De invertir 70.000 euros al año, han pasado a apenas 3.500, ya que tanto las compras como las ventas de películas han bajado en más de un noventa por ciento desde principios de este siglo. Además, en 2018 tuvieron que cerrar otra tienda que tenían abierta en La Alberca.

Una de las posibles soluciones al letargo la proponen los gerentes de La Videoteca. Este establecimiento abrió sus puertas frente al centro de ocio Zig-Zag en 2014, y hace unos meses fue traspasado a los propietarios de la tienda de cómics 7 Héroes, que se encuentra al lado. Ahí está la clave, en agrupar varios nichos de negocio y vender un 'multiproducto'. Actualmente están "viendo si tiene viabilidad" pero, de momento, el negocio se alimenta de la venta de cómics.

También "hay mucha gente a la que le gusta estar en un videoclub". O algo en lo que coinciden en los tres negocios, la tradición de ir y escoger allí los films que algunos padres siguen enseñando a sus hijos. En el Infante, los niños "no quieren salir" cuando entran en el pasillo de cintas infantiles.

Otra de las virtudes es el almacenamiento de las películas una vez están fuera de cartelera. "Hay mucha gente que no tiene tiempo para ir al cine", señalan desde La Videoteca. Allí una de las películas que más se ha alquilado este año ha sido Campeones, ganadora de tres Goya y nominada a otros ocho. También series como The big bang theory o Stranger things han acercado el mundo del alquiler de películas a muchos jóvenes, ya que muchas de sus escenas transcurren entre pasillos de videoclubes.

Otra razón por la que sobreviven es el público que no quiere tener acceso a las plataformas digitales o que busca películas antiguas poco conocidas y que en la red no encontraría. En La Videoteca hace poco tiempo fueron "pidiendo la primera parte de Jumanji" (1995).

Si no cambian mucho las cosas, Sagrario cerrará dentro de dos años. ¿Dónde irán a parar todas las películas que tiene en el videoclub? Su intención es cederlas al Ayuntamiento de Murcia o al Gobierno Regional para que formen parte de alguna filmoteca. Aunque con alguna excepción. "A una señora que se ha llevado Ben-Hur 20 veces le dije que se la podría llevar cuando cierre". Para ella una posible solución sería importar una de las principales características de las plataformas digitales, cobrar una cuota mensual que permita alquilar todas las películas que uno quiera.

En la actualidad las ventas dependen de que haya eventos de ocio, como conciertos. Después de 37 años al frente del negocio "no tengo clientes, tengo amigos", tantos que le da vergüenza ir a las procesiones de Semana Santa porque la conoce "todo el mundo", e incluso en Navidades recibe regalos.