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Reciclar es sinónimo de ahorrar. Poniendo en práctica la regla de 'Las tres R' -reducir reutilizar y reciclar- se consumen menos recursos y el medio ambiente lo nota.

De igual forma, reciclando se puede ahorrar energía y contribuir así a aminorar el calentamiento del planeta. Conviene recordar que su producción y uso representan dos tercios de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, según la Agencia Internacional de la Energía. Frente a esta realidad, el ecodiseño y el reciclaje se presentan como dos de los grandes aliados domésticos para la reducción de emisiones.

El ecodiseño contribuye a que cualquier bien doméstico sea más eficiente energéticamente y, por tanto, gaste menos energía. Esto se refiere tanto a los consumos durante su elaboración o su funcionamiento -en el caso de los electrodomésticos, por ejemplo- como a su idoneidad para su tratamiento en pos de una segunda vida útil, como en el caso de un envase. Es decir, es un «diseño para mínimos consumos, emisiones y contaminaciones durante todo el ciclo de vida del producto», según recoge la Universidad de Cádiz.

Por su parte, el reciclaje brinda una oportunidad para transformar un producto según los criterios del ecodiseño utilizando materiales reciclados o renovables. Esto, unido a la energía que ahorra y la reducción de CO2 que facilita -tres millones de MegaWatios/hora (MWh) de energía y 1,2 millones de toneladas de CO2 durante el 2014 sólo en el caso de envases domésticos tratados por Ecoembes en España- no deja lugar a dudas del papel que juega en la lucha contra el calentamiento del planeta.

Salta a la vista, entonces, que no sólo es importante el ecodiseño para la eficiencia energética de los productos. Sus envases, mal gestionados y elaborados, pueden causar problemas ambientales, por lo que es importante diseñarlos desde un principio para ser reciclados.

Como ejemplo, desde que Ecoembes trabaja con las compañías envasadoras en el impulso de acciones de ecodiseño se han implantado más de 36.500 medidas que han conseguido, entre otras cosas, que un envase de yogurt pese la mitad, que una lata de cerveza sea un 17% más ligera o que una botella de agua incorpore plástico reciclado y de origen renovable. Todo ello facilita una correcta gestión una vez que el envase se convierte en residuo de manera que se pueda reciclar obteniendo una mejora cuantitativa.

Hay que recordar también que el ámbito doméstico, además de generador de residuos y envases, es un foco de gran consumo de energía que provoca la emisión de más de 1,5 toneladas equivalentes de CO2 por persona y año en la Unión Europea, en su mayoría por el uso de dispositivos domésticos, según el informe 'Ahorros de Energía en la Práctica' de la campaña 'Cool products for a cool planet'.

Asimismo, salta a la vista lo que el ecodiseño y la eficiencia en este tipo de bienes, llamados 'consumidores de energía', puede suponer en ahorros. Según el citado estudio, un hogar en el que se compren los aparatos más eficientes ahorraría de media hasta 8.900 kWh de energía primaria (gas por ejemplo) al año para el grupo de calderas y 500 kWh de electricidad anualmente para el grupo de televisión, nevera, lavadora y luminarias.

Reciclar y utilizar electrodomésticos de manera eficiente nos ayuda tanto a nosotros como al planeta. Ya que la energía no desaparece sino que se transforma, también podemos reutilizar energía en casa. Cada uno de nosotros nos podemos comprometer con gestos sencillos, como recuerda la campaña 'Un millón por el clima', que propone cocinar con las ollas tapadas o utilizar el calor residual de la placa vitrocerámica una vez apagada.