El Instituto Español de Oceanografía (IEO), en su delegación en la Región de Murcia, está realizando cada mes un control sobre el estado del Mar Menor y ha comprobado que «últimamente se está poniendo otra vez verde». El 'fantasma' de la eutrofización vuelve a aparecer.

El investigador del IEO, Juan Manuel Ruiz, ha explicado que había que estar «muy pendientes» de la evolución de este último episodio de enturbiamiento, y no quiso pronunciarse sobre el posible origen del mismo.

Este departamento ha conseguido entrar en el proyecto Umbral del Plan Nacional de Investigación I+D+i, del Ministerio de Ciencia, para poder hacer un seguimiento, mes a mes, de la laguna salada, y tiene previsto informar sobre el estado de la pradera oceánica a finales de junio. «Es un programa mensual de oceanografía básica», apuntó Ruiz.

En los tres años anteriores en los que se realizó la cartografía de los fondos vegetales del Mar Menor (2014, 2016, y 2017), el IEO estuvo trabajando con la organización ecologista Anse; los dos últimos años gracias a la financiación de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica.

Sin embargo, este año, Anse se ha quedado fuera al no poder presentar el mismo proyecto para captar fondos que financie los trabajos.

Anse y el IEO en Murcia iniciaron la cartografía de la pradera oceánica en 2014, y volvieron a realizarla en 2016 (en pleno proceso de eutrofización del Mar Menor) y en 2017.

En las tres ocasiones se consiguió financiación principalmente a través de convocatorias (concurrencia competitiva) de la Fundación Biodiversidad, que depende del Ministerio para la Transición Ecológica; así como fondos de Anse, y en una de las campañas, también recibieron una pequeña ayuda del Ayuntamiento de Cartagena, explica Pedro García, director de Anse.

Los resultados del año 2016, el año de la 'sopa verde', fueron desoladores, con la práctica desaparición (el 85 por ciento) de la pradera oceánica. En 2017 la evolución fue más positiva, ya que en un año el Mar Menor recuperó un tercio de parte de su vegetación submarina.

El estudio constató entonces que el alga 'Caulerpa prolifera' había demostrado tener más capacidad de recuperación que la pradera 'Cymodocea nodosa' (la típica de la laguna salada).

Pese a todo, los investigadores indicaron que aún quedaba un 53 por ciento del fondo de la laguna en el que la vegetación seguía ausente.