El empresario Evedasto Lifante, que fue el propietario del club de voleibol murciano en el que jugaba Ingrid Visser, la holandesa asesinada junto a su pareja en una vivienda de Molina de Segura, salió libre del largo proceso en el que se vio implicado tras el doble crimen, pero ayer fue detenido en su casa de Barinas, la pedanía de Abanilla en la que reside, después de haber permanecido huido de la Justicia durante dos años tras ser condenado por dos delitos fiscales. Evedasto Lifante, que fue apresado por agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria, ha dormido esta noche en la prisión de Campos del Río.

El empresario detenido, que es propietario de unas canteras de mármol en Abanilla a través de la compañía Yacimientos del Mediterráneo, había permanecido huido de la Justicia durante dos años después de ser condenado a cinco años de prisión por dos delitos contra la Hacienda pública.

Según fuentes cercanas a la investigación, el arresto se ha producido en su casa de Barinas, en Abanilla, en una operación conjunta llevada a cabo por por funcionarios de Recaudación y de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria.

Los vecinos de la pedanía abanillera en la que Evaristo Lifante llegó a ser alcalde pedáneo sospechaban que el prófugo se encontraba en la casa, tal y como se confirmaba este martes al producirse su detención.

El arresto se produjo a las 8.30 horas de la mañana y en la operación intervinieron exclusivamente agentes de Recaudación y del Servicio de Vigilancia Aduanera, un cuerpo de funcionarios armados que depende de la Agencia Tributaria.

Aunque los funcionarios de Aduanas suelen actuar normalmente en colaboración con la Guardia Civil, en este caso no se consideró necesaria la intervención de la Benemérita en la operación, que contó con la asistencia del letrado de la Administración de Justicia del partido judicial de Cieza, en funciones de guardia.

Los agentes que intervinieron en la detención también realizaron un registro en la vivienda de Evedasto Lifante, de la que se llevaron abundante documentación.

La vivienda se distingue con facilidad, porque tiene el tejado pintado con los colores de la bandera de España.

El fraude fiscal, según la sentencia, lo cometió al no ingresar en la Agencia Tributaria los impuestos correspondientes a su empresa, Yacimientos del Mediterráneo, en los años 2005 y 2006.

En la vista oral, Lifante expuso que el responsable de llevar las cuentas de la empresa era un familiar suyo, ya fallecido.

Fue condenado en noviembre de 2014 como autor de dos delitos contra la Hacienda Pública a las penas de dos años y seis meses de prisión por el primer delito y dos años y nueve meses de prisión por el segundo. Además, se le impuso una multa por cada uno de los delitos, de 1.500.000 euros, y la obligación de indemnizar a la Hacienda pública estatal, conjunta y solidariamente con la mercantil Yacimientos del Mediterráneo en la cantidad de 1.886.076,15 euros.

En febrero de 2017 el Juzgado de lo Penal número 6 de Murcia dictó una orden de busca y captura, después de que la Audiencia Provincial confirmara su sentencia condenatoria por un fraude a Hacienda cercano a los dos millones.

Según un comunicado del Tribunal Superior de Justicia de Murcia, el magistrado titular del Juzgado de lo Penal número 6 acordó el lunes la entrada y registro en el domicilio del acusado para proceder, en su caso, a la detención y posterior ingreso en prisión.

Además, el magistrado autorizó la intervención de dinero, bienes o activos de Evedasto Lifante.

Hacia las seis de la tarde el empresario ingresó en la prisión de Campos del Río. Hasta ahora no se ha podido ejecutar la sentencia por hallarse en ignorado paradero, habiéndose librado requisitorias nacionales de búsqueda, detención e ingreso en prisión con fecha 24 de enero de 2017 y Orden Internacional y Europea de detención de fecha 7 de noviembre de 2018.

Lifante se había visto envuelto en el proceso judicial sobre el crimen de la pareja holandesa asesinada, pero quedó libre de sospechas en el juicio. El asesinato había causado conmoción por la brutalidad empleada contra las víctimas. Los cuerpos de la pareja fueron cortados con una máquina radial y enterrados en una finca en varias bolsas de plástico.