A las dos serán las tres. Volvemos a cambiar la hora para adaptarnos al horario de verano. Ganaremos una hora más de luz, lo que puede parecer banal, pero que tiene importantes repercusiones para buena parte de la población, especialmente para las personas mayores.

Y es que, subrayan los expertos, el 90% de los ancianos dependientes se ven afectados de manera negativa por el cambio de hora. Sueño, apatía y pérdida de apetito son algunos de los trastornos que en las próximas semanas padecerán los pacientes de mayor edad.

Carmelo Gómez, presidente de la Sociedad Murciana de Enfermería Geriátrica, explica a LA OPINIÓN que el tema de dormir es el que más afecta a ancianos y enfermos, dado que «los biorritmos van cambiando con la edad».

En las personas con problemas graves, como el alzhéimer o el deterioro cognitivo, el cambio de hora puede llegar a provocar un agravamiento de sus dolencias. «Seguro», apostilla Gómez.

Puntualiza al respecto que estos cambios afectan especialmente a las personas que se encuentran «en un estado inicial» de la enfermedad, puesto que «quienes tienen el alzhéimer más avanzado, ya han perdido la conciencia de vigilia y sueño».

El presidente de la Sociedad Murciana de Enfermería Geriátrica también pone el acento en pacientes con «demencias», en los cuales «sí se altera bastante la percepción temporal». De esta manera, «podrían producirse cambios de comportamiento», hace hincapié. Algo que no es exclusivo al cambio de hora: también ocurre con los cambios de estaciones, sobre todo «de verano a otoño y de invierno a primavera», comenta el experto.

Los enfermos «están más agitados, en especial por la noche, lo que acaba repercutiendo en la familia», subrayan los expertos.

Hasta un mes y medio puede tardar en volver todo a la normalidad con ayuda de los especialistas. «Depende del caso, entre quince días y un mes y medio», calculan los expertos.

En el caso de los pacientes en situación de dependencia, si los problemas para conciliar el sueño persisten, se puede optar por ajustar la medicación y aumentarla por la noche hasta que la situación se vuelva a normalizar.

Carmelo Gómez destaca que no existe fármaco alguno contra los problemas que puede traer el cambio de hora, algo que «para ellos (los más vulnerables) es como si fuera un jet lag», en referencia al síndrome del cambio rápido de zona horaria que aparece después de un vuelo transoceánico.

El adelanto de una hora en los relojes afecta de lleno a la producción de la melatonina, la hormona que interviene en el ciclo del sueño. El problema es que esta hormona se fabrica en la oscuridad, por lo que una hora más de luz hace que nos entre el sueño más tarde.

Por su parte, Mª José Catalán, decana del Colegio Oficial de Psicólogos de Murcia, pone el acento en «algunas de las patologías donde el patrón estacional es importante, como los trastornos bipolares o algunos trastornos depresivos».

Catalán, no obstante, deja claro que «el cambio de luminosidad afecta, de alguna manera, a casi todo el mundo», no solamente en las personas que estén pasando una dolencia.

«El otoño es melancólico y la primavera la sangre altera», dice, recordando el refrán. El buen tiempo, precisa Mª José Catalán, «suele suponer un incremento de la activación y del estado de ánimo».

Junto a los ancianos, los niños, y en especial los adolescentes, serán los grandes afectados en las próximas semanas. Un problema que se ve agravado también por el creciente uso que los adolescentes hacen de sus móviles hasta altas horas de la noche, lo que también influye en la producción de melatonina. Bajo rendimiento escolar, cansancio, irritabilidad?. Son algunos de los síntomas que provoca este trastorno del sueño en los jóvenes.

La Sociedad Española del Sueño recuerda además que un sueño insuficiente, desorganizado y de mala calidad, «favorece la aparición de enfermedades tan frecuentes, graves y con tan alto impacto social y económico como el cáncer, la enfermedad de alzhéimer, la hipertensión arterial, la obesidad, la diabetes, el infarto de corazón, el ictus, la depresión y la ansiedad».

Con el nuevo cambio horario vuelve a la palestra el debate de si sería conveniente eliminar esta práctica. Fracasado el intento de la Comisión Europea de acabar con el cambio de hora durante el presente 2019, y a falta de un acuerdo de los países miembros, el debate se aplaza hasta 2021. En España la Sociedad Española de Sueño ya se ha pronunciado para pedir que se mantenga de manera fija el horario de invierno. El horario de invierno, señalan desde esta sociedad científica, «facilita tener más horas de sueño y un despertar más natural que coincide con el amanecer». Si hubiese un horario de verano permanente, insisten, «en los meses de invierno habría falta de luz por la mañana y en los de verano un exceso de luz por la noche, una situación que desajusta el reloj interno y puede provocar bajo rendimiento y vulnerabilidad a determinadas enfermedades».